lunes, 30 de abril de 2012

Hay un tiempo


Hay un tiempo para sentirse a salvo, 
para sentirse libres,
para sentirse plenos.


Eso cuentan las voces del coro
que leen mis pensamientos
como si fueran el eco
de algún aliento eterno.


Mas, llegado el tiempo,
unas cuantas palabras,
unos ojos azules,
un poema, 
una carta,
y la paz se acaba
y se viene el miedo.
Así se conoce la locura
y así, el desconsuelo


Pero tranquilos, dice el coro,
la desdicha no alcanza a todos.
Algunos nunca se lo permiten.
Se aferran a certezas convencionales,
a pócimas y códigos solemnes,
a fuegos artificiales,
a fútbol, hijos y mujeres.


Para otros, sin embargo,
el tiempo de sentirse libres, 
de sentirse a salvo, 
de sentirse plenos 
habrá pasado, dejando un vacío
que solo llenarán en sueños.


Dream-Anita Kreituse






viernes, 27 de abril de 2012

Planeta Tertulia


Lugar: Planeta Tertulia.


Fecha: día rol del mes de sero.


Hora: tarde-noche.


1.       Comunicado urgente del Observatorio Nacional del Cielo de Arriba (ONCA)


“No estamos solos en el Universo. Hemos recibido un mensaje”.
“Hay que descifrarlo porque está escrito en un lenguaje ininteligible”.
“Creemos que se trata de números”.

2.       Reacción urgente del Cabildo General


Como los números fueron abolidos por nuestros antepasados y dado que el Gran Cazador ordenó destruir todos los documentos, hemos de proceder de memoria o por intuición.
Básicamente, hemos de discernir si vale la pena el esfuerzo. 
Hay dos posturas: la de que sí y la de que no.
En tanto se dirime esta primera cuestión, pensaremos en crear una comisión que decida quiénes formarán el grupo de expertos para desencriptar el mensaje, si procede.

No es fácil seleccionar a los miembros de la comisión. Habrá que abrir un debate para tal asunto y quizás convocar a los prohombres que siendo vacaciones están ausentes de la cuidad de Tor.

3.       Trabajo de campo del Centro de Información General


Como noticia, hemos de decidir si es una buena noticia o no.
Salimos a la calle a preguntar a los habitantes de Tor.
Ninguno está enterado. Les proporcionamos la información.
Una vez realizada nuestra doble labor, a saber, la de comunicar la nueva y la de encuestar a los ciudadanos, procedemos a tomar un tentempié antes de meter los datos en la Gran Máquina que dirá con certeza si es o no positivo que no estemos solos en el Universo.

Tras una docena de encuestas en cada barrio, a individuos de todos los estados, clases e indumentaria, e introducidas las respuestas en el Respondetor, la máquina empieza a procesar.

Veredicto infalible: no es una buena noticia en un 55%. 

Satisfechos por nuestra labor comenzamos a cerrar la redacción. La becaria de investigación nos interrumpe e insiste en completar la reseña con un motivo para afirmar que no sea buena noticia.
Deliberamos seriamente. Decidimos despedir a la becaria, a pesar de la subvención.


miércoles, 25 de abril de 2012

Por Nel y por mí


Mientras las autoridades desbarran, nubes negras se ciernen sobre nuestro cielo y todo parece haberse tornado oscuro e incierto, trato de escribir algo que mantenga un aspecto de optimismo. Porque hace mucho tiempo que no lo hago. Porque no quiero poner en tu muro un trozo de tristeza que haga del mundo un sitio aún peor.
Pienso entonces en el momento en que, tras un día de locos, egoísmos y situaciones ridículas, he visto cómo los alumnos tomaban la Facultad. Pienso también en que toda la sensación de desencanto se evapora al leer un cuento de mi hijo de 7 años al volver a casa; en el momento mágico en que me asomo a saludar a Venus que se pone cada noche frente a mi ventana como diciendo “yo no voy a cambiar”. 
Me embarga la tranquilidad. El hogar acalla las voces chillonas de la crispante realidad: me pongo cómoda, leo algo, acuesto a mi niño-futuro espléndido- y regreso a mí, para ver que no hay nada de cierto en todo ese malestar. 

Ich

Ich habe Brot und Butter. Heiße Milch mit Zucker. Ich mag Fassbinder. Ich weiß, wann, ruhig zu sein und sprechen hinter vorgehaltener Hand in der Früh, wenn nötig.


domingo, 22 de abril de 2012

San Jordi otra vez








Mundo


En el salón de madame des Ricochets
Los espejos son semillas de rocío prensadas
La consola está hecha de un brazo entre yedra
Y la alfombra muere lo mismo que las olas
En el salón de madame des Ricochets
El té de luna se sirve en huevos de chotacabras
Las cortinas adulan el deshielo de las nieves
Y el piano de perspectiva perdida ensombrece en un bloque entre el nácar
En el salón de madame des Ricochets
Lámpara vulgares bajo hojas de álamo
Inquietan a la chimenea de escamas de armadillo
Cuando madame des Ricochets llama
Las puertas se rajan para dar paso a las criadas en columpios






Andre Bretón, Poemas 2.

El código de Hammurabi



A la hora establecida, como había sido prescrito, los soldados empujaron al joven Rapi al Río Sagrado en su zona más profunda y quedaron observando desde una loma escarpada. 

Rapi sabía nadar. Había aprendido mientras sus hermanas lo llevaban con ellas cuando había ropas que lavar. No allí, claro, mucho más arriba, donde el Eúfrates se convertía en una playa y las muchachas se agachaban y frotaban con placas de jabón las telas mientras cantaban.

Rapi se debatió en las negras aguas. El pánico se apoderó de su alma durante unos segundos y no lograba recuperar el control de sus músculos ni discernir adónde debía dirigir su cuerpo. Aquella parte del río llevaba una fuerte corriente que tendía a empujar hasta los troncos más grandes de árboles caídos, a los que llevaba sin esfuerzo hasta el Arvand Rud, donde se perdían para siempre alejándose hacia un mar probablemente hostil y aún extranjero.

Rapi era un joven fuerte, aunque no lo pareciera porque siempre andaba solitario e inmerso en sus pensamientos. Había ejercitado su cuerpo tanto como su mente. No era de una familia ignorante: no solo sabía la lengua acadia, además del sumerio, sino que era capaz de grabar los caracteres en piedra, asimismo conocía las costumbres de las estrellas, los números y las leyes del rey; los nombres y el carácter de cada una de las divinidades. 

No había ido a la guerra. Pero tampoco nadie se lo había exigido. Hasta su casa no había venido emisario alguno y, aunque conocía la situación creada por los elamitas, confiaba en la sabiduría e inteligencia de su rey. En el fondo, entendía que la Historia iba y venía, y si no era contra Larsa, era contra Elam: siempre la zona entre ríos andaba en un continuo batallar entre vecinos que se saldaba con la vida de hombres como él, así que ningún pecado ni ofensa hacia sus ancestros se había cometido. Su propio padre había perecido en una batalla de la que no quedaba memoria. Tras su muerte, recibieron una misiva donde les notificaban el suceso y su pérdida del estatus de clase alta si bien podían mantener la casa del padre dada la ausencia de herederos nobles.

Rapi desfallecía arrastrado por uno de los remolinos que bullían en aquel lado del Río Sagrado mientras imaginaba a su madre y sus hermanas desterradas y desposeídas de su patrimonio en favor de su acusador. Y a su amada Ilitani, mutilada y lapidada, como le había jurado hacer Naquerib.
Rapi se percató de que los recuerdos lo estaban embargando y que le alejaban de la vida, hundiéndose en ellos a través del remolino. Rapi, no es momento de pensar.
Naquerib había desposado a Ilitani a pesar de conocer el amor existente entre ellos y haber sido testigo de sus relaciones carnales. Había prometido vengarse y lo había logrado.
Acusado de brujería, asesinado. Podía vislumbrar cómo se robaban sus tierras y se dejaba el nombre de su familia enterrado en el lodo. Tenía que salir, tenía que luchar por su vida; sin embargo, el pensamiento se había apoderado de todas sus fuerzas y empezaba a hundirse cada vez más. Rezó. Ya empezada la agonía, rendido a la fuerza del agua y del destino, vio un destello. 
Aquel brillo señalaba la superficie. Era una señal. El Río habló. Salió una fuerza del propio remolino y la corriente cambió para favorecerle. El joven brotó bruscamente y nadó hacia la orilla ante los ojos de los tres hombres cuyas sombras largas se extendían montaña abajo. Rapi dirigió la mirada hacia la tercera forma, que no recordaba. Habría acudido allí mientras él se ahogaba.
Allí desde la altura la tercera figura se le mostró brillante y cegadora. Pensó en un dios aparecido para ayudarle y se desmayó exhausto.
Al despertar, estaba ante el rey, flanqueado por los dos ejecutores de su sentencia. Las vestimentas de Hammurabi eran de oro y reflejaban la luz de la luna plena. Rapi, que trataba de descifrar aún lo que había ocurrido, comprendió que el rayo que lo guio fue el brillo que el protegido de Ishtar emanaba.
El rey dijo: "La Verdad ha declarado inocente a este hijo de mi pueblo. Su acusador será ejecutado y sus bienes y herederos pasarán a su custodia, así como títulos y patrimonio. Espero que haga honor al favor del Río Sagrado y se ocupe del bienestar de los que, desamparados de aquel falsario, caen bajo su potestad".
Rapi quedó en el suelo, la noche se cernía a orillas del río que reflejaba la luz de las estrellas y los tres hombres dignos desaparecieron despacio sin mirar atrás.

martes, 17 de abril de 2012

Muerte de Murakami en cocina floreada



Una ensalada como debe ser tiene que tener lechuga de hoja verde, nada de esas icebergs porquerías insípidas. Después de lavar con cuidado una lechuga orejona de hojas largas y verdes, toca picar un tomate bien grande y rojo sangre, que los verdosos saben a rayos... Tras esa base imprescindible, no se puede olvidar el pepino, es sano, rico, y se debe pelar dejando finas hebras de piel, después de esa parte, se corta en rodajas y ¡adentro! Cebolla, maíz, atún blanco en aceite, aguacate de piel rugosa y maduro troceado de cualquier modo. Y un huevo duro.
 ¡Mejor que sean dos! 
¿Me perdonas la ida de pinza? 
...
¿No? Pues que te den.

El joven llamado Cuervo me hace notar que picando la cebolla me he rebanado el dedo. Ah, ni me dolió. Pues ten más cuidado. Vale. Sigo con la ensalada. Ya lo hecho es delicatessen: con esto yo como dos días. Saco cuadraditos de pan tostado. Troceo un queso de bola en dados, pongo aceite de oliva y sal.
—La sangre sale a borbotones —me dice el joven llamado Cuervo— vas joder la ensalada.
—Sí, es verdad.
Pongo cuidado en cubrirme el trozo de dedo que queda y del que la sangre brota cual eyaculación tántrica.
—Vale, no ha caído sangre en la ensalada. Ahora lárgate, Cuervo. Qué narices haces aquí, el joven Kafka te necesita más.
—Lo sé, pero eso no es del todo verdad.
—Mira, tío, me sé vuestros trucos. Empezáis a decir cosas raras y sembráis el desconcierto y la curiosidad. Paso.
Me pongo aloe vera fresco y yodo. Me lío el dedo en gasa y sigo en la cocina pensando ¿qué narices hago? Nunca me ha gustado cocinar. Ni de broma incluyo yo un pepino en un relato. ¿Qué me pasa? La influencia de todos esos inútiles con hambre. Venga, Murakami, mándame una maldición, una piedra, una tormenta, lluvia de sanguijuelas. No hay huevos
El joven llamado Cuervo me dice que no hable con alguien que no me va a escuchar. Que atienda a la ensalada. Yo le digo que se vaya a la mierda. 
A las cinco de la mañana. Con el aguacate oxidado, empiezo a comer con ansiedad, los oídos taponados con algodones mojados. Hambre, joder, hambre canina. Como, mirando el trozo de dedo que se me ha caído junto a la tostadora. 
Pienso que es una cocina pequeña, como de pega, donde nunca se debe cocinar. Por eso me he cortado el dedo. Tendría que ir a urgencias pero quiero escribir y sigo con el portátil abierto en la encimera, escribiendo mis impresiones sobre mi ausencia y mi falta temporal de memoria y mi nula retentiva, mi ansiedad y el consumo masivo de antidepresivos. La sangre me salpica.
Como con una mano, con la otra escribo, con la otra me hago cosas censurables. El joven llamado Cuervo insiste en hablarme.
—Ve a urgencias con el cacho de dedo ese ¡pero ya! 
Y yo, cabreada, le digo: “Déjame en paz”.
—No.
—Sí.
—No.
—Pero ¿por qué no vas a molestar al adolescente japonés desdichado ese?
—Porque... —empieza él y ya no oigo más. Pongo Moloko a toda pastilla. Jódete, aparición. Eres cosa de locos, ve a ayudar a otro, ve a ayudar a Kafka. ¿Por qué no vas a ayudar a Kafka? Suena Passing by de Zero 7 que va mucho más lenta y el volumen súbitamente se baja, lo que permite al joven llamado Cuervo responder:
—Porque la sangre de la que estás cubierta no es de otro, es la tuya: te vas a desangrar.
No me queda otra. Es que no me queda otra: salgo de la cocina con el goteo de la sangre persiguiéndome, penetro en la biblioteca y cojo el ejemplar de Kafka en la orilla. Lo llevo hasta la cocina, lo meto en el horno, cierro la puerta y programo 180º durante tres cuartos de hora. 
Es que no me queda otra.

domingo, 15 de abril de 2012

Hasta el último aliento. Frivolidad, folclore y posmodernidad en el Sur de España



Madonna-Edvard Munch


Entre luces brillantes que parpadeaban a su paso, conducía con los ojos entornados y la cabeza empezó, de nuevo, a molestarle. Quedaba un trayecto de poco más de media hora hasta llegar a casa —nada le apetecía menos—, pero en la carretera las luces de los otros vehículos, las farolas y los anuncios iluminados le hacían daño en las pupilas, que llevaba húmedas. Su visión no era la idónea para la conducción.
No era una persona aplicada, no era una persona estricta y cumplidora de rituales, reglas y normas viales, pero era suficientemente inteligente como para aumentar su concentración y poner todo su esfuerzo en conducir con cuidado hasta llegar a su destino sin tener o provocar un accidente de tráfico.
Fue la media hora más larga. Cuando llegó, la cabeza le estallaba, la luz le hacía daño. Las piernas a duras penas le permitían dar los veintisiete pasos que la separaban de la puerta de su apartamento, y las manos flaquearon al meter en varios intentos la llave y girar para hacer que la puerta se abriese y le permitiese desplomarse allí mismo en el vestíbulo, sobre una alfombra de Ikea y bajo una lámpara de Ikea, junto a los percheros repletos de Ikea y un banco-zapatero monísimo de Ikea.
Era un recibidor amplio, en comparación con los que suelen hacer en los pisos de ahora donde cada centímetro se planifica para ubicar una nueva habitación y así aumentar vertiginosamente el valor del inmueble. Allí en el suelo de la entrada de casa, con el bolso colgado, y el abrigo puesto, las llaves en la mano derecha, pensaba en la distribución del apartamento, que tras muchas discusiones se había quedado ella y le había logrado la enemistad de él y de toda su familia (exfamilia) política.
Ahora, como una maldición o un acto de justicia poética, su enfermedad se había agravado y no había nadie en casa para socorrerla. No podía moverse y el teléfono quedaba tan lejos. Y tenía que ser precisamente ella de las últimas personas del mundo que habían renunciado al dudoso lujo de tener un teléfono móvil así que en el bolso, más allá de unos chicles sin azúcar, poco más la podía asistir. Si al menos llevase las estampitas de la Virgen pero ni a eso quiso nunca asirse.
Nada ni un leve sonido llegaba ya a sus oídos. Eso era muy raro. El estómago se había declarado en rebeldía y ni así tendida se libraba de la sensación tremenda de vértigo. Ya sabía que en esa situación su cuerpo no le permitiría que gritase pidiendo auxilio, ya sabía que la tensión baja y el azúcar baja conducían a un túnel donde al fondo, según decían, había una luz. Y recordó a los insectos idiotas de Bichos: ¡No vayas a la luz! Su “cultura” posmoderna aún tenía capacidad para lograr el ridículo hasta en el momento de su muerte, que era tan absurda como lo había sido su vida.
Pensaba quieta. Pensaba cada vez menos agitadamente. No recordaba la ropa interior que llevaba puesta. Ojalá sea el conjunto salmón y las medias de ligas negras. Trató de mirar hacia abajo, adonde sus pies portaban sus zapatos pero su cabeza no se movió.
Así, poco a poco, apagándose, notaba que se le iba la fuerza y fue consciente de que sus últimos esfuerzos intelectuales habían sido una referencia a una película de Pixar, un leve alivio al recordar que se había depilado el día anterior y una preocupación por lo que pensaran los enfermeros, médicos, forenses y quizás también los funerarios que la amortajarían dentro de poco.

viernes, 13 de abril de 2012

Lobos con piel de cordero o De personas "non gratas" va a estar lleno el mundo en 3, 2, 1...


No hay que desestimar el poder de las palabras: ni por asomo un acto de violencia o una acción, cuya valoración pueda ser falseada por los medios de comunicación al servicio del sistema y/o del que más paga, será más claro que una declaración como la de Günther Grass. De las reacciones o la falta de ellas de unos y otros se ha puesto en evidencia un torrente de miedo que es el que gobierna el mundo, y no solo el occidental. Cada palabra escrita por el poeta tiene sentido y valentía y no encierra nada que todos ya no supieran y algunos ya habían dicho. La intención, además, trasciende al ataque de las mentiras conocidas y silenciadas, pues es un mensaje de paz.
La diferencia y lo que ha despertado el malestar o la algarabía de unos y otros (que evidentemente no saben leer) es que lo dice Günther Grass, un premio Nobel, alguien cuyas palabras van a ser escuchadas por muchas personas. La repercusión de algo dicho por una persona de reconocido prestigio intelectual es algo que temen los que tienen algo que ocultar. El siguiente paso es silenciarlo mediante las interpretaciones bastardas y la difamación.
Lo que ocurre a continuación es peor. La falta de interés del común de los ciudadanos de occidente cuyos gobiernos acogen las mentiras y las miman y alimentan como si de un bebé enorme de sus mismas entrañas salido se tratase. Hace unos días esto fue un arrebato mediático. Después se ha comenzado a olvidar. Ha dado lugar a unas tertulias anoréxicas y al hablar por hablar de siempre. El mismo tono para esto que para las declaraciones del entrenador de un equipo de fútbol.
Coincide que en este tiempo ventoso, amparados por una crisis económica que —quizás— ellos mismos han creado y magnificado, hay un “recorte” de las libertades que incluye, por supuesto y principalmente, la libertad de expresión. Y no es nada que nos sea ajeno pues por aquí ya se empieza a bajar la voz para decir determinadas cosas.


A la capacidad de relacionar cosas diferentes por algunas circunstancias parecidas lo llamamos analogía. Hagamos un ejercicio y asimilemos estos hechos con los que nos rodean en nuestra rutinaria y pequeña vida. No estamos sordos ni ciegos. Podemos aprender a decir lo que debe ser dicho y sin más armas que las palabras justas veremos el mundo cambiar, o al menos los lobos con piel de cordero se mostrarán.


lunes, 9 de abril de 2012

Lo que debe ser dicho (Günther Grass)


Lo que debe ser dicho
Es el pretendido derecho al primer golpe, el cual debe borrar al pueblo iraní sometido y manejado como comparsa que celebra a un héroe bocón, porque en su ambiente se supone la construcción de una bomba atómica.
¿Pero por qué me prohíbo nombrar por su nombre a aquel otro país, en el cual desde hace años –aunque se mantenga en secreto- se dispone de un creciente potencial nuclear aunque sin control, porque no hay acceso a ninguna inspección?
El silencio general de ese hecho, al cual se ha subordinado mi silencio, lo siento como una mentira y una coacción agravatoria. Una sanción aparece como probable, tan pronto como él es ignorado; el veredicto “antisemitismo” es lo corriente.
Ahora, sin embargo, hablo, porque desde mi país, desde el cual crímenes propios, que son incomparables y que de vez en cuando son vueltos a traer y a pedir explicaciones, nuevamente y sólo por negocio, aunque con un discurso rápido es declarado como una reparación de daños, un nuevo submarino es enviado a Israel con la capacidad para guiar cabezales explosivos que todo lo exterminan, allí donde no se ha demostrado la existencia de ni una sola bomba atómica, pero donde el temor es tomado como demostración suficiente, digo yo, lo que debe ser dicho
Ahora, sin embargo, hablo, porque desde mi país, desde el cual crímenes propios, que son incomparables y que de vez en cuando son vueltos a traer y a pedir explicaciones, nuevamente y sólo por razones de negocio, aunque con un discurso rápidamente es declarado como una reparación de daños, un nuevo submarino es enviado a Israel, con la capacidad para guiar cabezales explosivos que lo exterminan todo, allí donde no se ha demostrado la existencia de ni una sola bomba atómica, pero donde el temor es tomado como demostración suficiente, digo yo, lo que debe ser dicho
¿Pero por qué callé todo este tiempo? Porque era de la opinión que mi procedencia, que está marcada por una mácula que jamás se borrará, prohíbe atribuir ese hecho como una verdad al país Israel, al cual estoy y quiero permanecer unido.
Por qué digo recién ahora, ya viejo y con mi última tinta: La potencia atómica Israel hace peligrar la ya frágil paz mundial.  Porque debe ser dicho, lo que mañana podría ser demasiado tarde; también porque nosotros – como alemanes suficientemente incriminados- podríamos ser proveedores de un crimen, que es previsible, con lo cual nuestra responsabilidad con ningún argumento se podría expiar.
Y aceptémoslo: no callo más, porque estoy harto de la hipocresía de occidente; fuera de eso es de esperar, que muchos salgan del silencio, y exijan al causante del peligro evidente a que renuncie a la violencia y que al mismo tiempo exijan, que se controle en forma permanente y sin obstáculos el potencial atómico israelí y las instalaciones atómicas iraníes por una instancia internacional y que esta sea permitida por los gobiernos de ambos países.
Solamente así, se puede ayudar a todos, a los israelíes y palestinos, más aún, a todos los seres humanos, que viven enemistados en esa región ocupada por la locura y finalmente también a nosotros.

Los sinsabores del verdadero policía



¿Qué demonios es Los sinsabores del verdadero policía?
Yo creo saber lo que no es. No es una novela, no son una serie de relatos, no es justo para Bolaño que hayan destripado su disco duro pero... gracias.
Para cualquiera que haya leído los cuentos de Bolaño, sus Detectives, 2666, Amuleto,... es una pista más de lo que podría haber llegado a ser y no fue. Y no fue, porque sabía que se moría y porque quería dar una forma verosímil al puzle inacabado de su gran proyecto que no llegó a ser pero que está.
Los Sinsabores podría haber sido el título de su obra mayor, aquella que tiene como centro los crímenes de Sonora y cuya amplitud abarca personajes de otras latitudes y otras épocas y que lleva a Santa María la triste y salvaje imposibilidad de luchar contra el mal. Eso es, creo, aquel proyecto ambicioso que habría ocupado miles de páginas. 
En Los sinsabores del verdadero policía tenemos unas pistas más: el pasado de Amalfitano, el desdibujado principio de Lalo Cura (que ya conocíamos por algún relato de los leídos y releídos en  Putas asesinas) y sus mentores, la terrible realidad en que un hombre por bravo no está predestinado a cambiar el destino de un lugar que podría ser cualquier otro.
Nadie que no sea lector adicto de Bolaño gaste su pasta en esto, pero, a pesar de mi inicial desprecio por los editores, yo he sacado algo en claro. Una idea, una perspectiva, una intuición de lo que trataba y a punto estuvo de hacer Bolaño. Lo tenía todo preparado, pensado, estudiado. Pero la muerte tocó a su puerta. Lástima.

sábado, 7 de abril de 2012

Habrá una cura


1.
Siempre se puede explicar de modo racional:
falta de serotonina, 
astenia primaveral, 
demasiado alcohol  (o su repentina falta), 
síndrome premenstrual.


Igual al fin un suicidio no es más que un modo de morir.
A la carta.
Lo mismo que si te explota el hígado 
y queda la pared como un cuadro de Pollock.
Como un halos solar en Malasia.
O una bomba de hidrógeno.
O una revuelta en la granja.


Little boy y Fat man forman una seta psicotrópica
de la que ya nadie se espanta.


La vida como una ráfaga revuelve las hojas caídas 
y crea expresionismo abstracto en la puerta de la farmacia.


2.
Hegel, Marx y Freud tomándose unas cañas.
Discutiendo con frenesí (¿sustituto del sexo?)
sobre los motivos, las medidas, las soluciones y las causas 
de que un equipo gane al otro en la gigantesca pantalla.
Se agarran a golpes, el primero en dar es Marx 
pero Hegel no se achanta.
Freud trata de mediar, 
mientras por lo bajo da tarascadas.
Yo, si fuera usted, no aparecería por aquí mañana.
Llueven ideas y llueven palabras; 
llueves guantazos y llueven patadas.
Comprometidos con el compromiso de revelar.
Revelan una inutilidad que cansa.





jueves, 5 de abril de 2012

Y encima me cobrarán


¿Recuerdas todas esas palabras que te regalé?
¿Recuerdas cómo te enardecían mis promesas?
Olivo seco en fuego. ¿Lo recuerdas?

Imagino a los voyeurs de nuestra pasión, masturbándose meses atrás.
Quedarán las manchas de tu suelo.
El placer se resume en un breve gemido.

Fuiste como debe ser un hombre: salvaje y egoísta; duro y orgulloso.
Fue como debe ser la pasión: pura sinceridad, oscura obscenidad.
Y yo solo fui el medio para una efímera felicidad. 
Pero volamos. Llegamos a volar. 


La provocación te hacía rápido efecto:
en tu relato y en tu deseo, 
te me metiste tan adentro, 
tan adentro que tendrán que lobotomizarme 
para volver a la insulsa normalidad. 
Y, encima, me cobrarán.


miércoles, 4 de abril de 2012

Reescribiendo la Mitología (porque yo lo valgo)


Y acaeció que hubo siete ninfas cuyo destino les llevaría a ser las primeras vírgenes suicidas.


De lo que, según cuentan, hizo Zeus a Orión

Iban las Pléyades al cine a ver una de Justin Bieber cuando Orión les salió al paso y se abrió la gabardina. Era la cuarta vez que ocurría, para disgusto de Atlas y falsa ofensa de Zeus, el viejo zorro, que ya había calculado cuáles y cuántas de las siete tomaría para él. Electra, tocaya de la atrida, estaba buena. Maya gustaba por ser discreta y tímida. Y digan lo que digan Taigete, que ni cierva ni nada, se hizo la dormida y ahí ya.
Zeus, harto, decidió dar lo suyo a Orión que llevaba siete años hostigando a las hijas de Pléyone, a la que según las malas lenguas había violado. Era aquel un mundo de rumores que hoy día no podríamos comprender pues ahora la realidad es de una transparencia que no desluce la verdad. Entonces, no. Entonces se contaban tantas mentiras que a Zeus lo traían loco, con versiones contradictorias de cualquier hecho y cualquier individuo sobre el que él tuviera interés. Y era cierto que Orión era un magnífico ejemplar, sexi y un gran cazador, mas, aun así, el hijo de Cronos lo estampó en miles de estrellas en el cielo no sin antes hacerlo morir por la picadura de un escorpión. Así acabó Orión, por acosador.

Mérope y Sísifo o Del castigo de engañar a la muerte

Mi favorita del todo entre las Pléyades es, por supuesto, Mérope la única que se enamoró de verdad. La pobre. La cosa es que Mérope se enamoró de Sísifo y le echó valor pasando de los dioses y sus fantasmadas. Sin embargo, en un acto de lo que ella entendía por amor, cometió un pecado fatal: creó un gólem que ya no era un mortal sino más bien un monstruo de Frankenstein pero sin ternura, un zombi a lo vídeo de Michael Jackson, con una fuerza descomunal: Resident Evil purito. Un Sísifo, sin alma, sin futuro y sin nada más que la capacidad de cargar una piedra por toda la eternidad. Un desastre de terribles proporciones del que cualquiera se hace cargo. En fin.

Suicidas, vale, pero ¿vírgenes?

Bueno, y dirán si esta se casó con Sísifo, a las otras tres se las cepilló el Zeus y a las demás ninfas, otros, ¿qué dices de vírgenes? Pues fácil. A cualquiera que esté familiarizado con viajes astrales, experimentos de control sobre el continuo espacio-tiempo o, en su defecto, haya visto la magnífica serie Héroes (al menos las dos primeras temporadas que después es más de lo mismo), sabrá que es posible mutar el presente en cuanto se conoce el futuro mediante un poder denominado viajar en el tiempo.

De cómo cambiar el destino de siete ninfas

Cientos de siglos después de todo lo mil veces contado, una tarde somnolienta entre cómics y revistas, un joven héroe japonés cuyo poder era, precisamente, controlar el tiempo, encontró un libro de mitología helénica y leyó admirado la historia de las siete ninfas cuyo destino siempre quedaba en manos de dioses, abusones y gigantes calentones. Y habiendo ya Hiro resuelto los problemas de su tiempo y otros anteriores, sintió el deseo de ir a conocer a las vírgenes. Así pues se concentró en una época remota y en un lugar sin concretar: en su mente la reproducción de las felices muchachitas realizada por un tal Elihu Vedder. 
Al cabo, llegó a una isla mediterránea rocosa, de aire rosado y aromático. De fondo el rumor de las olas y el balido de las cabras. Allí mismito las hermanas bailaban. Pasado el primer calentón involuntario, Hiro Nakamura advirtió a las Pléyades de su tenebroso futuro: todas preñadas por uno u otro dios, partos sin epidural y, lo peor, la ruptura más o menos a disgusto de su palabra de mantenerse vírgenes en honor a Artemisa. Para las muchachas, esto venía a sumarse a su encuentro, cada ocho años, día arriba día abajo, con Afrodita que les ponía la cabeza como un bombo con todas las ideas de la mujer y su libertad sexual. Las hermanas espantadas se despidieron del héroe y tuvieron una pequeña reunión.
Visto lo visto, tras haber Hiro Nakamura venido de un futuro de otra dimensión a referir su futuro a las hermanas, que en el fondo como todas las adolescentes, flirteaban a diestro y siniestro, la blonda Mérope tuvo que poner orden en las mentes de las otras jóvenes de blandas melenas para asumir el sacrificio que las libraría de la injuria.

Reflexión propia e innecesaria

La cosa es que su suicidio cambia todo lo que de la mitología se escribió después, pero en tanto en cuanto la mitología se cuenta y recuenta al arbitrio del contador de la misma, a mí personalmente me da igual.

Desenlace (trágico, como debe ser)

Una mañana de otoño en un barrio de Las Rozas, bajo un árbol con columpio se amontonaban todos los jóvenes pretendientes, Corcuera, Zeus disfrazado de tuerto, y un cientos de vecinos cotillas: las ambulancias sacaban los siete cuerpos de las jóvenes muertas.
La prensa habló de una secta. Los vecinos acusaron a los padres. Hubo una investigación criminal, interrogaron a medio instituto y a todo el vecindario; sospecharon de todos y varios meses después cerraron el expediente por falta de ánimo.
Así fue, amigos, como en el cielo brillan seis estrellas vistosas y una más que, castigada, apenas se ve: la culpable del suicidio colectivo, claro. Desgraciadamente, a pesar de que Orión no les puede dar alcance, se mantienen las visitas cada ocho años de Afrodita para darles la bronca, explicarles la gran cantidad de placeres que se habían perdido y finalmente ofrecerles su solidaridad.





martes, 3 de abril de 2012

Las cajas vacías


Sopla el viento.
Llueve. 
Una lluvia mediocre. 
Me asomo.
Un sombrero vuela calle arriba
desafiando al viento y a la leyes de la Física
Un caracol se agarra al piso desesperadamente 
dependiente e innecesario como un satélite.

Noticias y radioactividad 
2000 grados fahrenheit 
Saco el abanico que se moja bajo la lluvia indiferente
Una lluvia indolente, sabia como el risco,
testaruda como la cabra.
¿Qué importa la historia a la lluvia pesada?

Ver las noticias y tomar el sol 
bajo la lluvia radioactiva.
El absurdo en la pesadilla.
Una bomba en un sobre en un buzón en una calle de París
Un ratón de campo en el estómago de una pitón.
Un libro atrapado en una vitrina de cristales opacos.
Un flaco encerrado en el cuerpo de un gordo.
Una media de 4.


Un reloj invisible.
Un pañuelo inservible.
Zapatos y medias por el suelo 
como restos de algo que no recuerdo
Viento y más viento.
Lluvia y más lluvia. 
Parece que no hay fin en este trayecto
que la deriva es infinita 
que no acaba no acaba jamás
pero no es verdad
El infinito es un concepto 
Un espejismo
Otra mentira
Una creencia
Otro muro más


Sopla el viento
Cae la lluvia
Un infinito dentro de otro infinito
cajas dentro de cajas 
dentro de cajas
vacías
que no se llenarán.