miércoles, 10 de abril de 2013

Selectividad 0.13 o cervantesimportauncarajo.com



En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Responda a todas y cada una de las siguientes cuestiones:

1.      Analice sintácticamente el anterior fragmento.
2.      Explique el sentido de las expresiones subrayadas.
3.      Resumen crítico de la obra a la que pertenece el texto, con alusiones al autor del mismo y a la época en que fue escrito.
INSTRUCCIONES: El alumno dispone de 1 hora y media para la realización del ejercicio- No hay opción B: no busquen ni pregunten a los profesores que vigilan el examen- Se debe responder a todas las cuestiones o el examen no será valorado.


10:30 a.m. 25 de junio, pasillos de la E.T.S.I de Informática y Telecomunicaciones, Campus de Teatinos, Málaga. Temperatura: 34º C a la sombra. 30 minutos de pausa antes del siguiente ejercicio. Profesores, alumnos, vocales y ponentes de las distintas asignaturas van y vienen a la cafetería, fuman, escupen, tuitean y retuitean las preguntas del examen; por Tuenti y Facebook se conoce que los exámenes de otras provincias no tenían la misma dificultad: insultos a la Delegación de Educación, la Universidad, el Ministerio... El ambiente está caldeado y no solo por la ola de calor...


-¡Qué putada!


-¡Qué mala leche!


-No es justo.


-Pero ¿esto lo pueden hacer?


-Pues no sé, tío, pero salimos a la calle a protestar pero ya 


-Tíos, que era el Quijote, joder. ¿Qué os pasa? Y no han pedido más que un comentario crítico...


-Tú eres gilipollas, Martín. 


-¿Y el análisis sintáctico? ¿Era o no una putada? ¡Que era obligatorio!


-Bueno, pero una subordinada de OD y una relativa adjetiva qué tienen de difícil, tíos, ¿en serio?


-Martín, vete a otro lado a chulearle a tu padre. EN SERIO.


-Joder, Martín, y ¿qué mierda es una adarga vieja y eso del astillero?


-...


Martín se va a comerse su bocadillo a la sombra del otro lado del patio entre los alumnos de otro instituto que igualmente pasaron de buscar en el diccionario la palabra adarga cuando hojearon las primeras páginas del Quijote. Dan las 11:00 y entran a hacer el ejercicio de Historia temiéndose lo peor, aunque en este caso al menos el examen tiene OPCIÓN B.





14:00 p.m. del mismo día, explanada de aparcamientos de la E.T.S.I de Informática y Telecomunicaciones, Campus de Teatinos, Málaga. 40ºC. Periodistas de TVE, alertados vía Twitter del disgusto populi, se acercan, micrófono en ristre, a los primeros alumnos que salen de las ¿modernas? y extrañas instalaciones universitarias, tras explicar a la audiencia nacional que “hoy tenemos aquí, en Málaga, uno de los días más calurosos desde hace décadas en toda la comunidad autónoma andaluza y queremos saber cómo les ha ido a nuestros jóvenes en la temida prueba de acceso a la Universidad”.


Los alumnos se amasan frente a los periodistas: todos quieren expresar su malestar e indignación por el examen de Comentario de Texto, Lengua Castellana y Literatura. Padres y algunos de los profesores que han ido a acompañar a sus alumnos asienten, compungidos, detrás de decenas de jóvenes que intentan comunicar al resto de España cómo han sufrido la más grande injusticia: es intolerable, son unos cabrones, han ido a por nosotros por la crisis (sic). Se sigue un jolgorio y una algarabía que imposibilita la comprensión; el sudado comunicador del micro pide un poco de orden a los chicos para que su protesta quede clara.


Uno de los muchachos se apresura a explicar más calmadamente que sus enojados compañeros consideran un agravio comparativo el examen de este año, pues en años anteriores daban una serie de opciones a los alumnos para aumentar las posibilidades de éxito en un momento tan grave y trascendental de su vida, —no solo de su vida académica, sino de su vida entera—, un momento del que depende su futuro inmediato y aun también el menos inmediato. 


Sus compañeros, boquiabiertos, aplauden emocionados. Qué labia tiene Martín. Los profesores de Martín, los padres de Martín y la no-novia de Martín enjugan sus lágrimas de orgullo y nerviosismo y le auguran entre dientes un carrerón como abogado o político o locutor de radio o vendedor de coches... Se va a forrar. Sí. Eso seguro.


Justo en ese instante, que podríamos definir como mágico, empiezan a saltar las alarmas: móviles que vibran, bipean, hipean y rapean hacen saber allí mismo que una especie de subdelegado del Gobierno en Málaga ha dicho algo de que se acabó la vaselina y que ya estaba bien de pasar la mano para tener buenas estadísticas y titulares en los periódicos y que ha habido mucha demagogia, y así en 140 caracteres, a lo que, en 15 segundos, le responden miembros de la Junta de Andalucía, portavoces de profesores y alumnos, el defensor de la comunidad universitaria, diputados de otras agrupaciones y de la propia, y hasta algunas personas normales, con tanta celeridad que allí, en la explanada, a 40ºC, todos se asoman a los móviles leyendo réplicas y contrarréplicas durante aproximadamente 15 minutos, hasta que inevitablemente pierden interés y se deshidratan y dejan al locutor y al cámara con sus cosas y caminan hacia los coches en pos de una caravana de media hora para salir del aparcamiento, tres cuartos de hora para llegar a la rotonda y veinticinco minutos para salir del “Atolladero-Teatinos”; a todos sonándoles las tripas, todos musitando “Nove lo que ha dicho el subdelegado ese, ¿no?”.



jueves, 4 de abril de 2013

En honor de Koprotkin



Yo antes era anarquista. Fue una fase de tantas en mi vida, pero pensaba entonces que era un estado de cosas en mí. Quemé el carnet de identidad, de todos modos caducado desde hacía 13 años; hasta las narices de ivas, iteuves, ibis, ierrepefes y otros abusos, dejé de pagar impuestos. Ya puestos, me casé varias veces con hombres de todas las edades a los que di todo mi amor. Fundé un Club de la lucha en Caleta de Vélez, donde la única que no luchaba era yo por motivos obvios que quedaron claros desde el primer día: "no somos una basura, no golpeamos a gente con gafas". Entre otras acciones antisistema, incendié oficinas de correos por la noche e hice llamadas obscenas en nombre y honor de Koprotkin a todos los ministerios que venían en la guía telefónica; corté la emisión de Tele5 algún tiempo y metí un virus informático en la página de unos falangistas que se presentaban a las elecciones, con sus gafas de sol y esa pinta de clones de Pinochet, tan campantes, oye. Pues les jodí la web, algo era algo. Me sentía bien después de cada uno de estos momentos de justicia y desahogo en nombre del individuo medio acorralado por la autoridad, explotado por los gobiernos, angustiado por las deudas, preso en su vida. Alienado sin saberlo.
Después me marché al campo a escribir poesía, como Whitman. Y la verdad es que en este momento, tras mi comunión con la naturaleza y la felicidad que me proporciona la vida en el campo, se podría decir que ya no soy anarquista. No lo necesito. Aquí no hay nadie. Nadie que te fastidie, nadie que te oprima, nadie que te cobre impuestos, nadie que te diga cómo, cuándo y dónde, nadie que te corte la luz cuando estás a punto de tener un orgasmo por internet, nadie que te ponga multas, que te cobre el agua o que te cambie la maldita hora a su antojo y voluntad.
O quizás sí... Sí que sigo siendo anarquista pero evolucioné. Ahora, como Thoreau, podría decirse que me he convertido en ecoanarquista. El anarquismo verde me va más, vivo en un egoísmo inofensivo, en un entorno natural, primitivo, onanista y autocomplaciente. Es cierto, y lo reconozco, echo de menos la revolución, mas, en cuanto siento estos impulsos libertarios extremos, voy que me las pelo a la charca en busca del sapo bufo al que lamo hasta que veo a Dios que llega a calmarme, a decirme que estoy en el buen camino y que me ama como a su hijo. Allí se queda conmigo horas y converso con él hasta el amanecer.