Rulfo mató al hermano equivocado.
Era difícil diferenciarlos.
Llegaron en primavera.
Montando un gran escándalo.
Arreglaron el piso de arriba
a martillazos
a base de gritos
dolidos y desbocados.
Ambos tenían el mismo rostro
desencajado.
Ojos salidos y huecos
donde otros tienen pómulos marcados.
Uno tenía un pájaro extraño,
graznaba de la mañana a la noche
con un canto desvaído y desacompasado.
Gritos roncos de colores verdes y pardos.
El día amaneció cansado
de la noche de golpes lamentados.
Ya habrían colgado estantes y cuadros
de perros jugando al golf y gaviotas
torpes
se estaban ahogando.
El hermano soltó al pájaro.
Uno de ellos salió en su busca,
llorando.
Sirenas- André Masson |
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