jueves, 9 de julio de 2020

UGT, los recortes y la estrategia de Marisol, jefa de protocolo mediador

Hoy es jueves. Hace un calor que dan ganas de mudarse a Islandia o, igual, a Finlandia. Me llegan olores de espetos, ruidos de músicas de verano, gritos de niños jugando, las olas rompiendo en la orilla abajo en la playa. El alborozo de aquí-no-ha-pasado-nada. Siendo jueves da todo más coraje: es como el miércoles tras la última gota que... bueno, ya se sabe.
La parte buena de todo esto es que la gente ya no te puede tocar. Es perfecto. Se acabó el manoseo, las palmaditas y los dichosos besos. Mejor. La mitad de eso era incómodo, hipócrita y antihigiénico.
Ahora, a falta de un lapón rico con el que casarme y quitarme de enmedio del calor y la ruina, me entretengo trabajando más que el chino de mi barrio para ahorrar y meter el dinero bajo el colchón, que cualquier día los bancos se esfuman, como se esfumaron tantas cosas normales antes y de las que ahora no queda rastro ni en la Wikipedia.
Lo he comentado con Marisol. Y está en todo de acuerdo conmigo. Y Marisol es experta de expertas. Todo, si hay legislación,  regulación, actas donde se haya tratado, corrillos en los que haya podido surgir, todo, digo, lo recuerda y lo aplica al caso que encartare. Ahora anda liada, la mujer. Porque hay demasiados temas acuciantes que requieren de su memoria prodigiosa, su sabiduría procesal y de su firma electrónica. Una firma codiciada porque es como el genio de las mil y una noches que te puede conceder una subvención así como el que parpadea. No debería decirlo, pero si una tiene que tener amigos, más que nada porque no hay más remedio, una como Marisol conviene muchísimo. Un sinfín de ventajas entre las que se podrían contar la interesante conversación, su semblante agradable y bello, la voz dulce y el acento melodioso sin llegar a ser pedante, y la que más me gusta: su inexistencia.
En fin, sin que importe lo más mínimo, diré que los sindicatos ya están preparando una respuesta contundente ante el enésimo golpe bajo de los gobernantes de turno en una de las tantísimas cuestiones en las que históricamente no pueden ponerse de acuerdo, pues de ser así el mundo implosionaría, los sindicatos no serían sindicatos, desaparecerían de la Wikipedia, nadie se acordaría de ellos y el sustantivo que los designa serviría para cualquier otra cosa. Se abriría una brecha en el continuo espacio-temporal y un mundo paralelo sin sindicatos nacería con su pasado, su presente y su futuro. Un desastre. Muchos delegados sindicales habrían de trabajar. Los derechos de los trabajadores no llevarían ese nombre y así todo. Un follón.
Y ahí, para evitar el caos y el cisma de nuestra realidad en varios mundos paralelos, realidades alternativas, universos en que usted pudiera ser bueno o pobre o ambos, ahí, digo, entra Marisol y su habilidad para mantener a cada cual en su lugar, atemperar ánimos sin pasarse, preservar el estatus quo sin que se note mucho y tener tiempo para ir a peluquerías, spas, comidas de amigos y antiguos alumnos, organizar cumpleaños familiares, ir de compras para estar siempre vestida para cada ocasión y blanquearse los dientes cada tres meses para poder seguir fumando a escondidas cuando los niños, por fin, se han quedado dormidos. Vamos, una maravilla.
Brindemos por Marisol y porque mañana es viernes y porque el gato de Schrödinger esté muerto siempre, incluso antes de meterlo en la caja los muy cabrones de los científicos.
Chinchín.