jueves, 28 de abril de 2022

Agorafobia 2.0

17:00 h, en un pueblo español anónimo, a orillas del Mediterráneo, donde ora llueve, ora hace sol, ora se levanta un viento huracanado, ora tenemos una plaga de barro que -insisten- es polvo desértico. Salgo de casa, tras días o semanas, por cuestiones burocráticas que, ¡oh, Dios!, no se pueden resolver de manera telemática. (¿Es que no hemos aprendido nada en estos dos años? Pues se ve que algunos, no). 17:35 h, vuelvo a casa con cuatro cajas de café y dos de desodorante, con taquicardia y otro porrazo en el coche. Claramente, mi plan es no volver a salir jamás. 17:40, mareada por el aire puro, rezo para que me dejen en paz. Fin PD: Transcribo este parte ahora (22:46 h) que han dejado las manos de temblarme.

jueves, 14 de abril de 2022

Yo tampoco he comprado los billetes

Hay días en que no distingo entre el amor, la ternura y la piedad. Entre el miedo y la verdad. Hay días a estas alturas en que las mayúsculas me dan igual y qué importa o deja de importar. No discierno (así, intransitivo). Pero no puedo elegir... Elegir, S. Elegir. Y veo a largo y medio y corto plazo, problemas y más dilemas. Si me quedo, si me voy, si me importa o qué. Y ahí vamos. Envidio con rabia a quienes, como yo en otra época, sabían lo que querían. Admiro su suuesta seguridad. Ya viajarán en el tiempo, ya. Y verán si acertaron o erraron y si valió la pena quedarse o marchar. Nadie sabe qué va a pasar. Algunos, eso sí, se cogen la manta y se van a dormir al raso y, después, con dolor reumático y arena en las orejas, se sienten dignos o unos pringaos. Tengo billetes sin comprar a Venecia, a Estambul, a Polonia, al hospital. Por ahora no pago ninguno. Ni los compro ni los dejo de comprar. Hay ahí en mi sofá de diseño un alma roncante que me pone de los nervios y me impide decidir. Yo no sé dar consejos, ni me gustaron ni me parecen buena idea. Son, como las setas esas del campo que o te sanan o te colocan o te envenenan. He aquí mi circunstancia, miles de años después, mi opinión, la de entonces y la de ahora, no se va a cristalizar en consejos inútiles y baratos; gratis porque a una no le cuestan. Bastante tengo, amiga, con decidir si me echo la siesta con él/ella o me voy por ahí y que el sol salga por Antequera. Suerte, amor de niña. Recuerdo de mis días de indolencia. Aprende mucho y respira aires nuevos sea donde sea. PD.: Uy, y recuerda Toy Story, ya que estamos en plan referencias posmodernas: "el gancho, el gancho" que decían los muñequitos de la máquina del Centro Comercial de turno.