miércoles, 18 de septiembre de 2019

No es por ustedes, de verdad

Pues ya estamos otra vez ocupándonos del mundo, pensándonos indispensables, corriendo de un lado a otro con cosas en las manos, disfrazados de mayores, sudando bajo tanto trapo. De vuelta de un sitio mejor, aunque con heridas por todos lados, te desespera la absoluta certeza de todos de que hay que hacer algo o un montón de algos y todo en fila y a ciertas horas y con tal halo de trascendencia que parece de broma. En fin. Lo mismo de siempre otra vez en espiral y en bucle, pero cada vez con más publicidad y medidas y control y transparencia y buenas prácticas. Y como novedad un planito de cómo salir de un edificio con una única salida que es la puerta por la que has entrado y basta. 
Claro, a mí esto ahora mismo me sabe a poco; básicamente, porque este verano me he estado tomando muchos filtros para viajar por dentro y ver colorines y conectar con otros mundos, y he leído poesía y filosofía, y viajado por países orientales donde, también, he tenido que fumar cosas que te ofrecían los nativos, a los que está muy feo decir que no... así que decía que sí. Por conveniencia cultural, educación, cortesía y curiosidad. Además de que siendo gratis, de qué. Y, entiéndanme, lo echo de menos. El humo del olvido, los orientales, los filtros de amor y felicidad varios, las largas siestas, las dolencias de Venus, la luna llena reflejada en otros mares, estar bocabajo en el mapa con una talla XL sobre la espalda... Sin relojes que midan los pasos que das y el agua que tomas, sin notificaciones ni timbres que suenan en tu bolso, sin ni bolso ni medias, sin peinarse, sin fingir (casi). Así que, si me encuentran resoplando entre impresos o en interminables caravanas, ténganme pena...



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