martes, 23 de diciembre de 2025

Postas de camellos



Como luz de enero. 

Ponme un sombrero que parezca de lava 

y sea de fuego 

Piénsame, rebaja de invierno.


Inventa otro anuncio,

Con canciones de anhelo y mucho cuento.

Que me explote ya el pecho de sufrimiento.

 Y que mientras, afuera, siga lloviendo.


No quedan ya gatos ni callejeros.

Sube ahora tú, mercurio viejo.


Mientras me peino frente al espejo, 

El estropajo este te está mintiendo.

Cómete lo que queda ahí en el suelo.

Fruta de temporada de otro tiempo.

De cabello rizado y gesto tierno. 


Sube en silencio, y pasa dentro. 

Aprovecha que abajo todo está abierto.

Arrancaron las puertas, yo he puesto el fuego

para que entren las reinas y sus camellos.


  

lunes, 22 de diciembre de 2025

Ver

 En otro capítulo de la vida de A., entraba en la vieja tienda recomendada por su amigo, el médico. Acababan de quitar el polvo a las vitrinas y todos los artefactos y sus minúsculos complementos quedaban visibles bajo las luces recién instaladas so pena navideña. Los músculos de los ojos se aflojaban,  quedando al arbitrio de las sombras móviles su percepción. El tiempo se había resistido y seguía resistiendo. Pero tocaba caminar hacia el fondo para ser atendida, o mínimamente escuchada, en su petición. Habrá que gastar dinero. Pagar para ser vista y oída por hombres alquimistas y filósofos reunidos en torno a una mesa. Se quitó el abrigo. Algunos pares de ojos sonrieron beatíficamente, el resto de ojos medio entornados, sus propietarios encorvados, las bocas llenas, el mantel pintado de rojo, las barbas de grasa y los dientes oscuros. A. comienza a abrir la boca con intención ilocutiva. No da tiempo. Suena un cállese resonante e insospechado de uno de los videntes. Hablan sus mayores. Toca esperar. Esperar a que coman ruidosamente (ni una tilde y dos momentos tónicos en una brillante pirueta histórico lingüística) y acaben el festín. Este vino es magnífico, disfrutar un banquete es lo que nos diferencia de las bestias, el universo son matemáticas. Llegan los postres. A A. le duelen las piernas de estar de pie, la cabeza y el pecho no le duelen de estar de pie. Le toca, por fin. 

-¿Qué deseaba? 

-Ver. Ver mejor. Ver un poco más lo que se viene. 

(No dirá ver el futuro porque sabe que es una trampa verbal). Uno, el pequeño, arrastra la silla para poder sacar su rotondo cuerpo de muñeco de ventrílocuo. Un cuerpo, por así decir, caducado en sí mismo y por propia voluntad. Lee sus pensamientos, cómo no: "Acompáñame en silencio". Salen al pasillo de las vidrieras y él elige un artilugio apropiado, según su experiencia, para una cabeza llena de repelente suficiencia y vacía de aplomo, tradición y principios.  

-Cuánto, -dice ella.  

-Todo. Todo lo que has tenido, tienes y tendrás. 

-[...] 

-No sabes de lo que hablo. Nunca lo sabéis... En principio, firma aquí, deja todo sobre esa cama y saca tu cabeza de aquí.  




viernes, 12 de diciembre de 2025

Una hache y una coma

          Me regala una lupa. Para que vea las cosas pequeñas. Como si no tuviese yo una visión perfecta para el cerca, lo diminuto:  hormigas, motas de polvo, agua sostenida en aire poniente, brisas de marejadas, arena levitando... Veo perfectamente el viento, rizos de pájaros en el cielo nublado de mi perspectiva líquida. Ostras, champán y primavera. Un bumerán que no vuelve.

Me regala una lupa hecha de añicos. De pasados presentes y de olvido. Una lupa para no ver el horizonte. Una lupa negra como ceños fruncidos. Como un cliché de mis abrigos. Como metáfora de cientos de pelusas. Como ese vestido lleno de arrugas. Como la bolsa de prendas sucias. Para ver lo invisible e inexistente. 

Va la lupa, ahora, volando, como una bicicleta en un tornado. Como los papeles manuscritos, pintados de mapas y mapaches, de peces raros fuera del río. Como el brazo roto. Como yo bocabajo. Como ojos cerrados y sucios albergues. Como chicles pegados bajo su mesa. Como imanes mangados de su nevera. Como yo lanzando la lupa contra la chimenea, llena de románticas llamas descaradas y mantas compradas en mercadillos.

Lupa líquida, derretida por infantil y desgraciada. Como el corazón fragmentado. La lupa de los miopes niños perdidos.

Una lupa que son tambores de guerra. Que asalta ojos como a pobres. Que desvela misterios insondables. Que me importan lo mismo que las ganas. 

Y el mar se cabrea embravecido de plásticos. De uves por bes, de jotas por haches. La lupa sigue su viaje. El viaje a la nada que significa.

Una lupa borracha de mentiras, hecha de impuestos irreales y tontos con costa, de unidades de medidas y huracanes, de vicios de mascar y puentes rotos. 

Pagadas las multas de regalos, presentes que duran lo que duran. Vestigios de sueños rotos, poetas muertos y transgresiones.



domingo, 7 de diciembre de 2025

los pájaros entrometidos

Donde no queda nada, 

nada puede crecer.



Bajo mis ojos puede anidar una entera colonia

                                              de pájaros entrometidos.

Gorriones con cresta que han emigrado;

han entrado por algún lugar,

han hecho como que cantan en lengua de aquí

y se han metido en los nichos más oscuros

para disimular que, de donde vinieron, 

allí fueron alegres y descuidados.


Aquí el aire es siempre caliente,

espeso y pesado, brillante.

 (Les gusta eso).

A esta hora, que es siempre,

rosado y oscuro, va andando el aire

por el fondo de los ojos,

donde está la línea del final de la mirada,

andando, digo, por el azul hasta que acaba.


Y ya, casi terminando el día,

inútil y cremoso,

(pero, sobre todo, inútil),

florece la luna cual tonto antojo,

avisando aves, intrigantes y cotillas,

que vuelven volando debajo de mis ojos.



sábado, 6 de diciembre de 2025

Peor para el sooool 🎶

 Querido Byung-Chul:

De verdad que ya no sé qué hacer. Me quedo en casa en pijama sin peinar ni lavarme la cara como acto de rebeldía y resistencia. No hago nada. Me tiro en el sofá, cansada. Pienso en ti. En otros. En mí. Leo un poco. Hoy le tocó al Salinger. Me da por ahí y me sigo la corriente. No consumo, pero como. Espero que lo entiendas. Me da palo confesar que son precocinados para microondas, consecuencia en parte de la política hostil contra la autoexplotación, osea, para no hacer nada de nada. Cuando me harto, me arrastró al lavabo a hacer pis, me quedo sopa ahí sentada, despierto con dolor de nalgas y vuelvo al sofá. Pongo la TV. De verdad que lo siento. No estoy segura de qué es resistencia y qué consumismo y qué estupidez ni de si puedo o no leer tu perfil de Instagram sin traicionar mis/tus principios. Así que pienso alamierda y pongo una serie, basada en un bestseller, de desapariciones misteriosas y una detective que fue la novia del sospechoso, ahora desaparecido, e hija del finado por voluntad ajena. Es una porquería. Penosa. Mala hasta decir basta. Voy por el capítulo 4. La he parado un momento para preguntarte si sigo o me voy al centro a ver las luces de Navidad (que es bromaaa!) o si salir a correr con tenis Nike se consideraría totalitario, emplán, que me esclavizo y encima valoro positivamente que los demás me vean correr como algo positivo y, por si nadie me ve, me hago una foto o le ordeno a un desconocido que me la haga él, estirando o dando saltitos, para subirla a todas mis redes. Pie de foto: para bajar los aguacates 😉. Ya. Ya. Mejor cambio de postura y le doy al play. 

Soy muy muy fan.

XOXO 

Citizen X (Transparencia cero)


domingo, 30 de noviembre de 2025

Sin paraguas

  Va a llover. Va a llover muchísimo. No viene a nada en concreto, pero creo que debería volver a leer la broma infinita o irme de viaje para siempre. Mejor pruebo con la broma. A pesar de que a David no le fueron de utilidad los antidepresivos, y que al final hizo lo que podría hacer una misma, en sus páginas hay un atisbo de cura para lo nuestro. El problema es que quiero leerlo en mi libro, subrayado, con mis palabras de entonces en el margen, quizá ya apuntando la futura deriva de la vida que ha pasado como un tornado, rápido, sin orden, descontrolado, destruyendo todo.

El libro en cuestión no lo tengo. Aquel tocho con cientos de notas al pie, algo manchado, pasó de mano en mano y ahora anda por ahí con un niño perdido, probablemente en la misma isla donde están la mayor parte de mis particulares tránsfugas. Es posible que ambas cosas sean irrecuperables y que tenga que ir a una librería y tener un encuentro con los pensamientos de los desesperados de AA, héroes de una guerra que no tiene fin, a ver si se me pega algo. Quizá es más que ingenuo esperar que una historia te salve, pero si algo tenía David es que no era cínico y probablemente creyese en eso también.  

lunes, 24 de noviembre de 2025

A derrota

 El viejo Erik lo sabía. Recordaba su nombre, casi olía su aliento. Estaban siempre en los mismos sitios, el mismo hueco dentro de un hueco, con la chaqueta impermeable, aislante de tantas cosas. Como imanes de una nevera que estuviera en todas partes, se atraían y allí se encontraban. Frente a frente. Uno hablando, el otro recordando dientes más limpios. Se remontaban al exilio, uno, a su madre, otro. Cambiaban a veces. Anécdotas borrosas: el hermano de su madre, su hermano, finalmente, su tío, realmente, su padre. La poética de los parecidos razonables, de la negación y la miseria. Cuartos separados por sábanas raídas. Raskolnikov, desquiciado. Insistir en que no eres tú el del espejo, en que el tiempo no permea, en que cada momento es la perfección o no es nada. Perseverar en el vacío de las estrechas vías que conducen al otro. En la oscuridad que llevan dentro. En la ebriedad que lo moja todo, que huele a mar enfurecido y después te acuna hasta dormirte empapado, pringoso de algas terrestres y medicinales. Erik escucha poco, pero a veces también se estremece. Ve aquel milagro de supervivencia como despojo. ¿A qué animal rechazan hasta las alimañas hambrientas? Cambia de lugares para empezar de cero, para no encontrarlo más con su risa forzada, sus frases hechas y anécdotas manidas. Pero siempre aparecía, con otro nombre, disfrazado poco sutilmente, echando su brazo por la espalda de Erik, palmeando sin pudor. No había escapatoria. Aquella era su vida verdadera en esencia. La noche traía ese rostro hasta su orilla más o menos lejos de Norte. El compás parece sonreír y susurrar falsas soluciones locativas. Mira la brújula, enloquecida como él mismo, mientras de fondo esa máquina de halagos empalagosos y bromas de mal gusto indica una ruta de escape con forma decreciente. Pero eso Erik ya lo sabía.

sábado, 25 de octubre de 2025

Lo del trío

 Estaba el Chandler flirteando descaradamente (igual tocarle los senos suavemente no es exactamente flirtear, no sé, los tiempos cambian y el lenguaje con ellos), en fin, eso,  que estaba flirteando con Phoebe en frente de Mónica, en casa de Mónica, en el sofá de Mónica, antes de lo de dar a luz a tres hermosos gringos (la rubia) y regalárselos a su hermano🤷🏻‍♀️ para compensar lo de ser rubia, alta, delgada y tener piel de terciopelo🧜🏼‍♀️. Mónica, falsa permisiva, tragaba orgullo con hiel de avispas del Himalaya y limpiaba, como siempre. Porque Mónica siempre está limpiando. Es bajita, plana como una tabla y se pasa el día jugando a las casitas. 

A Phoebe no le gusta Chandler porque es feo y está medio gordo y no le pilla la gracia, pero el morbo es el morbo y sin querer se sintió interesada en pasar a mayores.  Chandler, encantado, ya iba a bajarse los pantalones allí mismo, mas Phoebe, amiga de sus amigas, lo frenó con dulzura y tuvo la deferencia de invitar a Mónica y la superdeferencia de decirle que era idea de él lo del trío. Así se salía con la suya, y él más, y no perdía una amiga con un apartamento en pleno centro. Por lo visto, pasó: 45 minutos (hey, Chandler, good job!) estuvo Mónica asistiendo a un coito, como la que asiste un parto, entre el amor de su vida (también esta tiene tela) y su sexi amiga a la que, todo sea dicho, sobó lo suyo tirando a bastante tirando a mucho tirando a igual-muchísimo. 

Como siempre, y en esto reconocemos y aplaudimos el realismo ejemplar universal paradigmático total-literal-osea, todos cuentan en secreto a todos el épico suceso, si bien en cada versión la iniciativa del asunto en cuestión partía de fuentes diferentes, mayoritariamente de Mónica, bulo, como sabemos bien, propagado por la misma 🤥 y solo negado por Ross que, conociendo a su hermana, sabía que ella no compartía ni un chicle.

Al final, todo fue una risa porque Joey no se enteraba de nada y se quedó una tarde muy buena. Aplausos.  Decepción porque no sale el polvo en el episodio (un triste rótulo de 45 minutos después). Telón. Mónica hizo despedir a un guionista 🔪 y se puso a limpiar el sofá, que, 🤢, estaba llenito de largos cabellos dorados. Por mi parte, estoy segura de Mónica y yo (y más gente) bloqueamos a Chandler de por vida en los móviles cuando los inventaron. 

viernes, 24 de octubre de 2025

Pulp - Common People or 𐐒orn to Puᴎʞ (🤯)


Para amantes sofisticados, aquellos que esperan una vida en minúsculas escritas del revés (ͻͻͻ), o mayúsculas si son tal 💣✊(ЯЯͷͷ), vida presupuesta sin presupuesto, crestas y pantalones rotos, sin comas ni tildes; aquellos con 300 apellidos, sofocados, acalorados, muertos de deseo por lo guay que es ser de barrio😎😎😎. O, igual,  para los que son todo lo contrario, deslumbrados por los ascendentes del personal👸👸, por las marcas de las ropas, por los contables incontables🏦, por los nombres compuestos, los puntos y comas, las etimologías en camisetas de varios ceros 👚👚👚.
Nos vamos al cine, a la disco, al supermercado, al armario, al baño (con pestillo). Cogemos un tren, un bus, alquilamos una furgo, dormimos en un saco, sacamos la basura o la punta al lápiz del otro, ponemos la música más alta cada vez. Lo que sea para dejar atrás cada cual su 💉👪,...

Y al final siempre llega el final y todo son fiestas en la que no pegas, post con ¿poemas?, palabrejas, amigosdeamigos; todo es Netflix, paseos cuesta arriba, hablar medio tirado cruzando las piernas cada uno en una silla en un escenario y/o ser uno de los pacientes del 🎪. Y al final -->HERE


lunes, 13 de octubre de 2025

Chaleco antibalas

 Pasa a veces que te disparan con flores o con dibujos de flores y frases de Paulo Coelho, con buenas intenciones de ositos Haribo y tarta de chocolate y con piropos que son directamente proporcionales en fuerza ilocutiva al nivel de alcohol en sangre del proferidor. 

Y empiezo a pensar en intermitencias e interferencias y en ondas sonoras agudas y saco el chaleco del FBI que me regaló el amor de su vida, que cuando decidió que no habíamos ido bastante al campo,  tardó en reemplazarme un par de horas de esas de dormir la siesta abrazando al gato.

Ya. Bueno, me pongo el chaleco. Para siempre. Algo es algo. Salir con un loco con su búnker y su perímetro de trampas de osos tiene sus cosillas también, pues, al ser bipolar, la mitad del tiempo eres la más guapa, la más lista y el amor de su vida y de la vida de todo el mundo. Yo creo que eso no está mal como average. Echas cuentas y has sido la hostia un año y medio. Pero el chaleco me viene mejor. Un osito Haribo a 200 km/s es muy peligroso. Y unas flores con leyenda ya te matan.