viernes, 27 de diciembre de 2013

Navidad en Tony2 (I)

    La Tony2 es la estación espacial de Luteranian, una de las naciones más ricas del planeta Tierra. El espíritu ahorrativo, trabajador y severo de los luterianos convirtió el diminuto Ducado en una de las principales potencias mundiales en todos los sentidos posibles... Son admirables, a la par que insoportables. Y, de todos, el que más, Michel: el comandante, tripulante y personal de abordo de la Tony2, el hombre que ahora yace a mis pies, sangrando a causa de una serie de golpes de los cuales solo me hago responsable de uno, pues el resto (se) los di en estado de enajenación mental.
    Nosotros, Yuri y yo, íbamos en una misión rutinaria: la comprobación anual del funcionamiento de uno de nuestros satélites en activo. Era Navidad, pero el gobierno ruso ni en estos ni en tiempos mejores ha tenido muy en cuenta las necesidades familiares de los componentes de nuestras fuerzas armadas ni, por supuesto, ha dudado de nuestra lealtad, patriotismo y absoluta disponibilidad. Y la verdad es que a mí no me vino mal; ese año la celebración tocaba en casa de mi cuñado: la encarnación ucraniana del Mal. 
     Así pues, partimos y navegamos sin novedad. Dulces horas en piloto automático, mientras Yuri y yo acabábamos de pintar el techo de la nave en una (está feo que yo lo diga) magnífica réplica a escala de la Capilla Sixtina. Y, si bien confieso que la gravedad cero nos había sido de gran ayuda en este y otros menesteres, nuestro flamante fresco dejaría sin palabras al mismo Michelangelo. Todo iba bien, Yuri Kandinski y yo mismo, relajados, tomábamos cada tanto un poquín de vodka al son de la solemne obertura 1812 del maestro Tchaikovsky, mientras nuestros corazones gozaban de un modo que me es francamente imposible expresar aquí. A las 14:21, hora zulú, el piloto automático avisó a la tripulación de que estábamos en el destino. Yuri y yo, de modo algo apático, comenzamos el procedimiento como habíamos hecho ciento de veces, pero imagínense cuál no sería nuestra sorpresa al comprobar que el satélite no estaba. No estaba donde lo dejamos. 
     Dimos noticia por radio a la Base, que no daba crédito. Textualmente. No nos creyó. Se ve que en la voz de Yuri se notaba cierta afectación por el vodka: "Pero las coordenadas no mienten y la tecnología de nuestra nave es infalible". Mas, tras cierta discusión, Base repite: "No damos crédito. Busque el satélite y vuelva en el tiempo estipulado". Y colgaron.
    Francamente, mi patriotismo en aquellos momentos estaba en horas bajas. No teníamos suficiente combustible ni asesoramiento de Base y el vodka se había terminado. Además, quedaba el problema del satélite... Miré a Yuri, trémulo, sabiendo qué tocaba a continuación. No nos hizo falta hablar. Pusimos rumbo al destino más cercano a la ubicación (es un decir) de nuestro satélite: la estación espacial Tony2. 
    Ya al ponernos en contacto con Michel, empezaron los problemas:
Nave Stuxnet pidiendo permiso para...
La contraseña.
No jodas, Michel. Somos nosotros. Nos estás viendo.
La contraseña.
No pienso decir esa sandez.
Bueno, allá usted.
Michel, abre. ¿Qué ha pasado con nuestro satélite? Seguro que has visto algo...
La contraseña.
Hijodep...

    En ese momento, Yuri, a pesar de ser yo mayor por unos meses, me relevó de forma expedita:
Hola, Michel. Soy Yuri.
La contraseña.
¡Está bien! "La Tierra es plana".
Adelante.

      Tras unos veinticinco minutos discutiendo sobre el sinsentido de la contraseña viendo como veíamos la Tierra y su forma claramente desde allí y, con una inusitada paciencia por mi parte, tener que escuchar una salmodia pretenciosa al tiempo que llena de displicente desdén, cuyo argumento principal era la ridícula afirmación de que nuestros sentidos nos engañan, el que más la vista y, sobre todo, la mía después de que evidentemente había estado bebiendo y... Entonces, Yuri nos paró en seco y logró evitar que respondiese cuatro cosas al puritano, mojigato e hipócrita aquel. Pacientemente, le explicó la situación (como si aquel mamón no lo supiera todo) y le pidió de modo protocolario el auxilio acordado en casos como este, lo que incluía asilo, alimentos y suficiente combustible para volver a la Tierra.
    Así llegamos a la Tony2, la nave peor decorada de todo el universo, sin nadie excepto Michel, el ser menos cooperativo de todas las galaxias, a quien poder recurrir. Sin satélite a la vista y con mi sangre hirviendo a cada despectivo comentario que el luteriano no paraba de lanzar contra toda costumbre humana que no fuese vestir de negro, comer frugalmente, dormir poco y cobrar por todo.



1 comentario:

Riforfo Rex dijo...

Malditos luteranos. Todo el mundo sabe que la tierra no puede ser plana porque es hueca.