domingo, 21 de marzo de 2021

Ya no hay estaciones o El quinto café

 Es otoño. 

Se nota por las nubes que se agolpan por poniente, 
oscuras y aún lejanas, 
acampadas ahí, 
entre la silueta azul de los montes, 
esperando como un general en el horizonte.
Y, mientras mis rodillas crujen, 
mis ojos se habitúan a no sentir la punzada 
del rayo que no cesa. 
Ahora toca levantarse obedientes 
y conducir hacia mañana a la hora ordenada, 
rellenar los huecos de un Excel infinito,
limpiar felpudos oxidados de hojas crujientes 
y volver, al tiempo que giramos, 
un ojo puesto en donde el general gris aguarda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El día que consiga ser alguien pondré mi nombre. Me gustó en particular ese verso que dice "conducir hacia mañana a la hora ordenada".

Pilar dijo...

Eres mi alguien favorito. Si no fuera por ti, yo no existiría y, menos, estos torpes escritos. Así que calla e invéntate otro nombre, pero uno nuevo que ya te conozco varios. :*