jueves, 14 de abril de 2022

Yo tampoco he comprado los billetes

Hay días en que no distingo entre el amor, la ternura y la piedad. Entre el miedo y la verdad. Hay días a estas alturas en que las mayúsculas me dan igual y qué importa o deja de importar. No discierno (así, intransitivo). Pero no puedo elegir... Elegir, S. Elegir. Y veo a largo y medio y corto plazo, problemas y más dilemas. Si me quedo, si me voy, si me importa o qué. Y ahí vamos. Envidio con rabia a quienes, como yo en otra época, sabían lo que querían. Admiro su suuesta seguridad. Ya viajarán en el tiempo, ya. Y verán si acertaron o erraron y si valió la pena quedarse o marchar. Nadie sabe qué va a pasar. Algunos, eso sí, se cogen la manta y se van a dormir al raso y, después, con dolor reumático y arena en las orejas, se sienten dignos o unos pringaos. Tengo billetes sin comprar a Venecia, a Estambul, a Polonia, al hospital. Por ahora no pago ninguno. Ni los compro ni los dejo de comprar. Hay ahí en mi sofá de diseño un alma roncante que me pone de los nervios y me impide decidir. Yo no sé dar consejos, ni me gustaron ni me parecen buena idea. Son, como las setas esas del campo que o te sanan o te colocan o te envenenan. He aquí mi circunstancia, miles de años después, mi opinión, la de entonces y la de ahora, no se va a cristalizar en consejos inútiles y baratos; gratis porque a una no le cuestan. Bastante tengo, amiga, con decidir si me echo la siesta con él/ella o me voy por ahí y que el sol salga por Antequera. Suerte, amor de niña. Recuerdo de mis días de indolencia. Aprende mucho y respira aires nuevos sea donde sea. PD.: Uy, y recuerda Toy Story, ya que estamos en plan referencias posmodernas: "el gancho, el gancho" que decían los muñequitos de la máquina del Centro Comercial de turno.

3 comentarios:

Filosofón dijo...

Todo es amor, incluso la piedad que tiene tan mala prensa. Lo raro sería ser capaz de distinguirlos. Lo difícil sería ser capaz de definirlos. Lo normal es que cada uno llame a lo que siente como quiera y luego le reproche al otro que no le ame, que no sea tierno o que le tenga piedad, porque no coinciden sus definiciones. Hay que aprender idiomas. Hablar, aunque sea imperfectamente, el idioma del otro.

Anónimo dijo...

"Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus." El nombre de la rosa de Umberto Eco.
Todo es particular. Da igual el nombre que le des, disfruta de su fragancia, su forma, su color,... ahora. Mañana la rosa puede estar marchita.

S. dijo...

Amor de persona, navego en olas de dudas y yoquésés, pero vuelvo a estas palabras con más frecuencia de la que quiero admitir y me tranquilizo. Me siento escuchada, comprendida y, por qué no, orgullosa de saber que hay alguien al otro lado de esta página negra como la noche y repleta de palabras que iluminan algo el caminito.