martes, 12 de agosto de 2025

De uma praia deserta

 Esta vez seremos barcos. Estaremos varados uno junto al otro en algún lugar solitario, tras cada cual haber cruzado el mar y realizar su viaje. Los hombres que nos usaron habrán desaparecido.  El tiempo transcurrirá lento y se estropearán nuestras carenas, las quillas hundidas en la arena, las cubiertas pidiendo un calafateo que no llegará. Seremos triunfales objetos obsoletos, juntos, en un sitio remoto. Seremos mudos y raros. Supervivientes desinformados. Memoria pura. Naturaleza muerta. Veremos música y oleremos colores, secretamente. Por suerte, nadie nos recordará. Por suerte, no importaremos a nadie. Como un milagro de nuestro siglo, no nos sacarán fotos donde el relato impostado de nuestras astillas y nuestro abandono le valdrá a alguno un halago. De algún modo, habremos llegado a un cementerio donde solos, tú y yo, nos comunicamos. A veces, se nos posarán en las espaldas agrietadas desconchadas huecas, inútiles gaviotas perdidas. En una ocasión, un ave te desparasitará y yo lo notaré sin inmutarme. Como conchas de madera bocabajo. Sin problemas, sin dueños ya, sin horarios. Bajo un manto de estrellas fugaces.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Belleza submarina.

Riforfo Rex dijo...

Una extraña identificación. Barcos varados juntos en una playa desierta. Se me hace que lo único que importa es la primera persona del plural.

Pilar dijo...

No es extraña. Cada cual se reencarna en lo que puede y yo (nos?) soy muy de orillas.