jueves, 7 de octubre de 2021

La vida, esa broma...

Por casualidades de la vida y por mi voluntad férrea de exponerme a lo peor, te encontré un sábado demasiado tarde. La verdad y para que no me quede nada en la recámara, más macarra no se puede ser. Me encantó. Como casi siempre detrás de un malo de moto y chupa de cuero había un amante de la historia y un alma tan blanca que mejor no te hubieras acercado a mí. Lo hiciste. Yo también lo hice. Y hoy (ya mañana) debes estar maldicéndome por no dejarte marchar de mi lado fácilmente. Queda ver si vuelves. Si me dejas. Si puedo yo disfrutarte otro día más. Malas influencias, tu pinta y mi aspecto de buenita y, al final, serás tú quien decida. Yo iba dolida y vestida de matar y tú te dejaste embaucar. Pobre Indalecio, pobre gente de otro siglo, otra galaxia, otro tiempo. Pobres Ciprianos y pobres María Eugenias. Imagino a Christóbal y Valle haciendo el amor, mientras sus bobas hermanas andaban en Madrid haciendo regalos al duque. Yo prefiero tener un nombre normal, una salud normal, un sino normal, que me rechace quien desee y que me quiera alguien así como tú. Ya veremos. Las cosas son muy fáciles si lees a quien quieres leer, si escuchas todo tipo de música, si te quiere mucho tipo de gente y les correspondes, y haces oídos sordos a los que no te pueden ver, ni oír, ni leer. Digamos que ahora eres tú, que me quieres ver, oír, escuchar, tocar, besar y perdonas mis torpezas, hasta que las dejes de perdonar. Muero de amor. Lo digo en serio. Muero de amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No mueras de amor. Vive de amor. Disfruta de cada nota de su voz, de cada roce de su piel, de cada latido de su corazón... Vive y disfruta. Ya habrá tiempo para morir.

Pilar dijo...

Es cierto. No hay que morir de amor, que después es peor. Gracias por dejar tu comentario :)