sábado, 8 de enero de 2022

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Todo se acaba. Ni siquiera el Universo es infinito (y, al parecer, estamos dentro de otro envase y nos acabamos de dar cuenta). Esto también se termina. Ya anda todo Cristo quitando el serrín del Belén con miniaspiradoras y el espumillón de los marcos de las ventanas, cuadros y esquinas que han servido de refugio a cientos de pelusillas y crías de arañas. Está también en el ambiente del ánimo general esa desazón de la pérdida. La prisa por dejar atrás esto y empezar algo o hibernar hasta el fin de los tiempos (eso depende de cada cual). Pero, sí, hay un mohín hosco generalizado y una como electricidad estática cabrona que nos tiene cogidos desde dentro. Tardará en irse, me temo. No es lo mismo la primavera que el invierno, la salud que la enfermedad, y lo bueno que lo malo. A ver si me entienden. El lunes habrá reencuentros y risas y miraloquemehantraídolosReyes, y habrá úlceras de estómago y compra masiva de ansiolíticos. Reparto equitativo, quizás, hecho por el karma. Encima hay que poner lavadoras, hacer la compra, disimular dolores, ir de rebajas, cumplir años, personalizar regalos tras leerse interminables manuales de uso y colgarse los cuentapasos, poner al día el correo sintiendo cómo se desgarran los intestinos en su largo recorrido, hacer dieta, contestar impertinentes comentarios, aguantar la humillación diaria del despertador y sentir que cada día te lo roban y tú ahí sin hacer nada. Una alegría. En fin. Voy a poner mi peso, edad, gustos de música y datos íntimos en el reloj-controlador que me han regalado. A ver si nos vemos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que dejar lo viejo irse para que entre lo nuevo, cerrar ciclos para que otros comiencen, dejar ir para poder zambullirse en experiencias aún no vividas... En enero me siento ave Fénix, llena de fuerza, energía, alegría y esperanza. Abre la ventana, deja entrar la fresca brisa salada y elige qué quieres hacer este año con tu vida. Eres libre para ir de rebajas o no, para poner lavadoras o no, para hacer dieta o no, para poner el despertador o ser valiente y cambiar de trabajo, de pareja, de casa,... o ser honesto y admitir que decides continuar libremente con lo mismo porque quieres. Nadie te obliga a ponerte ese reloj-controlador ni a meterle todos tus datos.