miércoles, 12 de enero de 2022

En picado

Ha salido el sol. Estaba el día correoso, lloviznoso, ventoso, gris y desagradable. Miras el mar y está picado. Ya saben, con piquitos como floridos de oleajes por doquier que arremeten contra el roqueo y salpican a los intrépidos paseantes. Y digo que se ha quedado bonito y no sé qué hago escribiendo en lugar de estar fuera disfrutando la tregua de ese invierno tropical y loco. La cosa es que mirando ese mar gris y bien definido, medio enfadado o como queriendo salirse de sí y volar y mojar a las gaviotas que planean, felices por saber planear, lo veo como metáfora, porque a mí me gusta y siempre me ha gustado el Mediterráneo clásico y tranquilo, celeste, quieto, brillante, manso. Pero hoy entiendo que el mar, a veces, debe sentir o estar inquieto para bien y moverse de puro amor y se parece a lo que sentimos y nuestros cuerpos imponen en un nerviosismo alegre y raro que hace que nuestros estómagos y nuestros pechos y nuestros ojos y nuestras piernas sientan que se salen de su sitio y el cuerpo se vuelve impaciente y se llena de rizos blancos y brillantes, algo desesperado y algo asustado. Será la luna o las corrientes marinas o el encuentro con algo inesperado que da miedo de pura felicidad. Y es eso, justo eso. Me hace feliz estar aquí así ahora, sintiendo el vértigo y la incertidumbre, sabiendo que habrá días de mar calma y de mar brava. Pero me hace feliz, muy feliz este momento y caer, si hace falta caer, no me preocupa en absoluto.

6 comentarios:

prohibido saltar (aka. una noche) dijo...

¡Vivan las caídas libres, el mar que nos arropa y los cuerpos que quieren echar a volar, llenos "de rizos blancos y brillantes"!

prohibido saltar (aka. una noche) dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pilar dijo...

Todo en picado xd

Riforfo Rex dijo...

Vivir a ras del suelo da mucha seguridad. No se cae uno nunca. Tampoco llega a saber uno nunca por qué ha vivido, es verdad. Pero a cambio, ¡ah!, la seguridad de no caer.

Pilar dijo...

Lo sé, Ricardo, pero suceden cosas extraordinarias y te fastidian el Mediterráneo calmo a cambio de... otra cosa.
Igual, da igual. Pero ahora mismo no da igual ;)

Anónimo dijo...

Recuerdo un torso fuerte, cubierto de "rizos blancos y brillantes" que pude acariciar en una cálida noche de primavera. Poco después, descubrí que quién le hacía estremecerse no era yo.
Me enamoré de la mar en calma, pero echaba en falta el ímpetu y la pasión de la brava a pesar de que, después de haber vivido fuertes tempestades, busco la paz del puerto.