miércoles, 16 de febrero de 2022

hablando de madres y de amor y de sintaxis

Ay, señor académico. Si la sintaxis habría que borrarla del plan de estudios, que ya lo dicen las madres de los que suspenden y usted con su sillón, que yo no digo nada, pero igual le queda grande. Porque, a ver,... después cuando ya nadie sepa lo que es un objeto directo, cae el latín, y, por supuesto, el griego (qué pa qué, joder, si eso queda lejos), y qué coño, cualquier cosa que se les ponga a todos por medio. Leer y escribir. Así se aprende a olvidar. Ah, el humo del olvido... Pero, se me ocurre, cómo cosería usted las palabras sin sintaxis. Cómo me diría nadie a mí que, aunque te quiero, te dejo. Cómo, a ver, me dice o le digo si no sé si es usted el objeto directo de mis penas o un indirecto, dativo de interés, o qué mierdas sabría ya nadie qué es un régimen verbal, porque cualquier preposición va bien bailando con el verbo que fuere. Pues eso. Que como buen idiota, tiene usted la razón. Futuro de subjuntivo, ausencia de hospitalidad, falso amor sobre más falso amor, sonido de latas por encima del ronquido del mar, nubes que ocultan la luna, discos sobre libros sin hojear en una estantería de Ikea, arrugas en la frente, en los ojos y en la mente, arrugas en la comisura de los labios, secos los ojos y con llagas en los ganglios; y hablar por hablar, eso sí, solo hablar sin que nada enlace con nada ni nadie quiera escuchar.

4 comentarios:

El ladrón de manzanas dijo...

A mí, es que leer sobre madres me despierta una ternura solo comparable a la que siento mirando a los gatos tumbados al sol. La sintaxis, en cambio, y casi toda la gramática, la dramática y la pragmática me resultan de un estomagante atroz. De ese estupor solo salgo con la caída de las hojas de los libros en otoño. ¡Y cómo arden, a veces, en el aire caliente de fines del verano! Las palabras chisporrotean al calor de la tarde, en particular las que terminan en erre. ¡Y cuando simplemente se derriten y las líneas se escurren unas sobre otras! La naturaleza nunca deja de sorprender.

prohibido saltar (aka. una noche) dijo...

nada como el amor de una madre por su niño, capaz de sobrepasar los límites de subordinación que se le debe al señoro académico del sillón inmenso y los piececillos colgando, tomos y tomos de manuales de historia de la lengua yuxtapuestos en su estantería a sus espaldas, altísima hasta el techo, todo aseado y bien peinado, o con pelos de loco, cada lápiz de su mesa afilado para no usarlo jamás, vaya a ser que se le escape la lengua viva que tiene retenida entre los dientecitos amarillos y no necesariamente alineados.

todo el mundo sabe, querida Pilar, que la sintaxis ya no vale nada... ni lo que vale un chupa-chups.
Besos de una navegante que (espero que no te importe) se pasea de vez en cuando por aquí.

Anónimo dijo...

Yo he de confesar que a mí me gusta la gramática y la sintaxis aunque entiendo que no son para todos los públicos. Sin embargo, con los planes de estudios de ahora, considero más importante que los jóvenes sepan escribir y leer, hablar y escuchar, entender y hacerse entender en su lengua, que es tan suya como nuestra, y que evoluciona con el paso del tiempo. ¿Querrán comunicarse con alguien en un mundo con tantas interferencias, con tanta información irrelevante, con tanto ruido? Da igual. Posemos para un sexy selfie y hablemos sin parar para deleitarnos aunque seamos nuestros únicos oyentes.

Pilar dijo...

Pues la sintaxis tiene una prensa fatal, pero es adictiva y te hace más listo y perspicaz. Además, saber no ocupa lugar. Ea. Bienvenido comentario y to.