domingo, 27 de febrero de 2022

Tenía un título de puta madre hace 10 minutos, pero se me olvidó

Ya, ya. Ya sé que están pensando. Es sábado y son las tantas y esta está borracha. Bueno, pues no. Decía yo que nunca se sabe, porque las cosas son así. Que te las ves venir, pero dices que no y que no. Que aquí no estalla una guerra y quien me quiere, me quiere y yo no voy a tener un cáncer, que eso le pasa a otra gente. Y de repente, te jodes, porque va y pasa. Y tienes que huir a lo que dé el cuerpo y la bolsa y no por ese orden. Eso. Y como que, estando yo tan tranquila en mi puente con mi rubia y todo el chiste, va y me cae una lluvia radioactiva que ni Chernobil. Así. De verdad, fuego cayendo. Y yo enmedio. Sin saber cómo, que por aquí, quitando la fábrica de cemento de La Araña no hay una mierda más que hoteles y chiringuitos y campo con aguacates, mangos y gallinas sueltas. Pero hete aquí que a mí y solo a mí me cayó toda esa mierda. Ahora, medio riendo, medio llorando, hago mis maletas para irme a otro lugar que ni ganas; sin embargo, cuando te toca la cosa chunga, te toca y no queda otra. Y solo me quería despedir. Ahora, corazón roto, quemada, sin norte ni ahorros sentimentales, me queda buscar un sitio donde vivir... Bueno, no pasa nada, hay gente que está peor, -me digo. Pero, vaya, que si tienen donde alojarme, por favor, me lo digan por aquí. Me piro, que esto es un infierno. Suerte a los demás. Mientras me ofrecen refugio me quedo a dormir al raso que, con tanto seísmo, me acojona dormir en mi cama. Pd.: Vaya semanita, hermanas.

3 comentarios:

Periodista audaz dijo...

Hay que distanciarse para verlo todo en conjunto, a su medida, a su escala, más bien, ajustada al resto de todo lo que pasa. Imagínate, por ejemplo, que eres china, de un pueblo perdido de decimosexto coño. A un chinito, en el bar, una tarde de domingo, tomándose un chato, un chinchón o lo que quiera que beban ellos a esa hora los domingos mientras espera al resto de la cuadrilla para jugar al go (que es como el parchís pero sin puntitos, no les hacen falta a los chinos los puntitos). Están en el teleclú, claro, con la tele encendida, y una periodista, leyendo, en chino, les habla de esa guerra que ha empezado allá, en occidente. "Otla vez los locos esos dándose de mampodlos", comenta el chino, y luego "Lobelto, ponme otlo a vel si llegan estos, que tengo que il a echal un puño a las cablas"

Pilar dijo...

Los chinos sí que saben. Por eso se viene acá, Periodista audaz. Yo ya tengo adoptadas tres niñitas de ojos rasgados que no hacen más que darme alegrías...

Periodista Osado dijo...

Si, los niños y los gatos tienes eso, incansables dando alegrías, y pelos, los gatos.