viernes, 12 de septiembre de 2025

Un golpe de suerte

 Amaneció no tan tarde como siempre. Había algo raro. En su cuerpo. Tardó en apreciar la falta de dolor. De sed. De cansancio. Recordó los días anteriores. Cogió aire varias veces. Sí. Llegaba. Hasta el fondo. La barriga subía y bajaba, el pecho se llenaba entero y se vacíaba. Fue a la ventana. Todo estaba precioso. El mar en su sitio. Las flores, más cerca. El cristal, limpio. Abrió la ventana. Olía un poco a jazmín. Aire fresco de levante. Ruido amortiguado de olas rompiendo. Fue con cuidado por las escaleras. A la cocina. El gato apareció por la gatera estirando su lomo elástico antes de acercarse y buscar con su cabeza las manos de ella. Con el gato en brazos, fue habitación por habitación comprobando que estaban todos en sus camas respirando, cada cual con su olor, cada cual con su desorden. Miró el calendario por si acaso. Una semana. Y sin cambios. Una semana con coche, con gato, con tres hijos, sin dolores, lejos de hospitales. Una semana con la casa pagada, sin discusiones familiares, sin que nada falte, sin que nadie sobre. Se quedó muy quieta controlando el miedo.

Besó al gato. Todavía no iba a ponerle nombre. Antes probaría a conducir el coche.

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