lunes, 22 de diciembre de 2025

Ver

 En otro capítulo de la vida de A., entraba en la vieja tienda recomendada por su amigo, el médico. Acababan de quitar el polvo a las vitrinas y todos los artefactos y sus minúsculos complementos quedaban visibles bajo las luces recién instaladas so pena navideña. Los músculos de los ojos se aflojaban,  quedando al arbitrio de las sombras móviles su percepción. El tiempo se había resistido y seguía resistiendo. Pero tocaba caminar hacia el fondo para ser atendida, o mínimamente escuchada, en su petición. Habrá que gastar dinero. Pagar para ser vista y oída por hombres alquimistas y filósofos reunidos en torno a una mesa. Se quitó el abrigo. Algunos pares de ojos sonrieron beatíficamente, el resto de ojos medio entornados, sus propietarios encorvados, las bocas llenas, el mantel pintado de rojo, las barbas de grasa y los dientes oscuros. A. comienza a abrir la boca con intención ilocutiva. No da tiempo. Suena un cállese resonante e insospechado de uno de los videntes. Hablan sus mayores. Toca esperar. Esperar a que coman ruidosamente (ni una tilde y dos momentos tónicos en una brillante pirueta histórico lingüística) y acaben el festín. Este vino es magnífico, disfrutar un banquete es lo que nos diferencia de las bestias, el universo son matemáticas. Llegan los postres. A A. le duelen las piernas de estar de pie, la cabeza y el pecho no le duelen de estar de pie. Le toca, por fin. 

-¿Qué deseaba? 

-Ver. Ver mejor. Ver un poco más lo que se viene. 

(No dirá ver el futuro porque sabe que es una trampa verbal). Uno, el pequeño, arrastra la silla para poder sacar su rotondo cuerpo de muñeco de ventrílocuo. Un cuerpo, por así decir, caducado en sí mismo y por propia voluntad. Lee sus pensamientos, cómo no: "Acompáñame en silencio". Salen al pasillo de las vidrieras y él elige un artilugio apropiado, según su experiencia, para una cabeza llena de repelente suficiencia y vacía de aplomo, tradición y principios.  

-Cuánto, -dice ella.  

-Todo. Todo lo que has tenido, tienes y tendrás. 

-[...] 

-No sabes de lo que hablo. Nunca lo sabéis... En principio, firma aquí, deja todo sobre esa cama y saca tu cabeza de aquí.  




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