martes, 2 de mayo de 2023

Tal día como hoy...

    Tal día como hoy hace 19 meses te podrías haber quedado conmigo después de que yo te besara. Y besarme tú hasta que no hubiese música, ni gente, ni luna, ni paseo, ni poyete, ni nada. Pero te fuiste detrás de tus amigos y tuvimos que esperar al día 5 para acabar como habríamos acabado hace 19 meses si no fueses tan babucha. Le habríamos ganado a la vida tres días, te habrías mudado tres días antes, y quién sabe si yo habría cambiado antes, diría que sí, que mucho antes.

Esto habría sido mucho más romántico escrito mañana: serían 19 meses y un día, un número redondo, la cantidad de días que te caen por robar una bici si eres gitano o lo pareces, algo más que por robar cien millones de euros si eres de la directiva de una empresa financiera (porque no es exactamente robar, obvio). Mucho más romántico, digo. Pero soy así. Igual tengo una idea buenísima y ni caso, igual tengo una idea malísima y ahí voy con todo. Bueno, 19 meses viene a ser año y medio. Hemos conseguido sorprender a mucha gente, había porras, apuestas y no pasábamos de tres meses. Que se jodan. Y el primer sorprendido me da que eres tú, y yo después, cierto, y siempre después por lo de las gafas, la sordera y que no presto atención. Pero al final, también. Hemos conseguido que nos quieran y nos odien, y querernos y odiarnos y querernos más. Hemos visto un montón de mundo en la tele, comido comidas exóticas que nos han traído muchos jóvenes en moto. Hemos conseguido, y esto sí es creo yo muy bonito logro como pareja, que no nos dejen entrar en algunos sitios y que, en otros, se descompongan al vernos pedir unas cervezas. Muchas cosas. Nuestro farmacéutico de confianza, el hipo, la literalidad, las risas que amargaron la vida a mi vecino, la cerveza sin alcohol, los tuppers de ida y vuelta (ya, se escribe táper, pero solo de verlo me da vergüenza). Muchas cosas. El diccionario que te hizo más ilusión que si te toca la lotería, mi salud de mierda, tus pelos de loco. Tengo aquí un pantalón del pijama tuyo y en tu casa hay en algún sitio unos pendientes y un par de bragas mías. Una barbaridad. 19 meses. He aprendido mucho. Que en la playa no hay grillos, que si estás tú no me pican los mosquitos, que cuando desapareces un rato y me da un vuelco el corazón es que has ido a por una pizza y soy gilipollas, que te gusta montar en bici y no montas. Que la vida que te gusta a ti es esa que me gusta a mí y le gusta a cualquiera y lo bien que se está cuando se está bien. El día que conocimos a los alienígenas que repartían el butano y la novia de un amigo nos arrastró a su casa para comernos las uvas y se convirtió en Noche Vieja ya presagiaba cosas especiales. Había una estrella y posiblemente tendríamos que haberla seguido. Eso es otra. Pensando, pensando, caigo en la cuenta de la de posibilidades, la de disyuntivas, la de elecciones, la de aciertos y cagadas. Todo nos pasa más quizás porque somos mayores, quizás porque estamos como estamos y se juntó el hambre con las ganas de comer. Me pregunto qué habría pasado si te hubieras quedado conmigo en el paseo ese día 2 y creo que habría pasado lo mismo. Que por poco me muero, que por poco te mato, que en vez de estar ya hartos, estamos haciendo nubes de caramelo por debajo de las mesas, por esquinas y callejones. Que hice un pacto con Nazaret y lo voy a cumplir porque es lo que más deseo en esta vida.

Me debes tres días de besos, que lo sepas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te debo tres días, bien.
Tú a mí el resto de nuestras vidas,
Amor, y que salga el sol por huelin