sábado, 29 de enero de 2011

caso de estudio 32456-A


Se diagnostica a la paciente una notable tendencia a (re)caer en una adicción.




El primer paso es reconocer que se tiene un problema. Bien, pues yo tengo un problema. Fui alcohólica, bulímica, anoréxica, adicta a los somníferos, alcohólica otra vez. Fui supersticiosa, mística, erotómana, agregada cultural en una importante cadena de supermercados y, algo que me avergüenza, afiliada a un sindicato liberal. Sufrí agorafobia y pánico escénico. Padecí de miedo a los perros, odio a los gatos, asco a las arañas. Tuve fijación con un vecino al que, al parecer, acosé. El juez determinó una orden de alejamiento y tuve que irme. Emigré, inmigré. Retorné. Me exilié. Llegué a no saber dónde estaba, de dónde era.
Después vinieron las pastillas, más alcohol, las compras compulsivas, la adicción a la literatura. Internet. Una perversión tras otra. Las etapas de la degradación, la humillación, la deshumanización.
Adicto se puede ser a todo, al amor en cualquiera de sus formas o a la ira en cualquiera de sus formas. Nada es inocente, ni siquiera una manzana, una flor, un hotel. Todo puede causar un irrefrenable deseo de repetición. Todo puede causarte una sensación de felicidad suma. Algo relativo al placer y su búsqueda pero distorsionado por una personalidad débil y viciosa.
Los psicólogos me ayudaron y creo que me curé. Entendí que todo es peligroso para las personas como yo. He de huir de lo que me gusta en demasía. Hay técnicas que pueden ayudar: tener un hombro en el que llorar, alguien con quien hablar. Pero mi experiencia dice que esto siempre acaba mal. Te acabas haciendo dependiente de ellos y eso conduce, de nuevo e indefectiblemente, a la adicción.

1 comentario:

SIL dijo...

Un círculo vicioso.
Nadie escapa a ellos.
Las neurosis conviven con nosotros, TANTO, que hasta han dejado de ser diagnosticadas como patologías graves.

Me toca el alma este texto.
Podría firmarlo cualquiera de nosotros.

ABRAZO

SIL