lunes, 17 de enero de 2011

Experiencia

Observo las intimidades y fantasías de otros que como yo tienen sus blogs atestados de palabras. Con una intención. Sin ninguna intención. No lo sé. Yo solo leo. Me suscribo a sitios que ofrecen la etimología de la palabra fascismo. La palabra del día. Atorrante. Voyeur. Sé que en la Patagonia hace frío, que los gobiernos abusan, que los jóvenes se enamoran. Que tú adoras la poesía. Que Sayak es una luchadora. Que el capitalismo es gore. Que existen millones de cuadros que no he visto y millones que no veré. Que jamás podré recordar todo esto.

La experiencia lo es todo, escribió Bolaño.
Si quieres escribir, tienes que tener experiencia, haber vivido, haber ido a la guerra, haber caminado por ciudades y haber absorbido el espíritu de aceras y puentes, subir muy alto para ver el color de los tejados de la parte vieja. Oler la podredumbre, pasar frío, sentirte solo. Hacer el amor con muchas mujeres y muchos hombres. Experiencia.
Yo tengo una ventana. Ya lo he dicho. Un agujero en la pared de mi casa por el que fisgar, mirar, observar, espiar. Tengo libros subrayados. Tengo muy poco tiempo.
Acaso podría hablar del dolor. Describir durante quinientas páginas cómo es una deshidratación, una punción, dar detalles de la sensación física de la inflamación de algún órgano. O quizás podría contar el viaje en el ascensor cada mañana.
Una vez vi un buitre morir. Me perdí en Katowice, con más frío del que pueda soportar alguien del Sur. Abrí una cuenta corriente en Carlisle (Pensilvania). Creo que salvé la vida de mi hermano cuando tenía nueve años. A veces, me falta el aire cuando recuerdo los ataques de asma de mi hijo. Atropellé un poco a un nazi una noche. Nada.

Puede que haya que recurrir a la observación cuando la experiencia es insuficiente o la memoria se ha borrado. Hay vidas o compendios de vidas.
Mis vecinos son como hormigas. Van al súper, hacen la compra, sacan la basura, tienden la ropa. Yo solo miro. Intuyo que las amas de casa se aburren. Cosen, planchan, cocinan. Preparan cenas de Navidad y dan meriendas. No lo sé cierto, solo me lo parece. Cada seis meses, en el hospital, veo enfermeras atareadas, con prisas, disimulando mal su antipatía, impacientes. Médicos sin piernas que firman recetas y apuntan en papeles mientras te hacen muchas preguntas y no te dan ninguna respuesta. No hay respuestas, esto es así. Vecinos, enfermeras, médicos, alumnos y profesores, madres e hijos.

Vivo en una caravana, en una cola de la seguridad social, en la sala de espera del especialista. En la desesperación de una cuenta atrás, observando cómo los demás reaccionan ante las malas noticias, ante las obligaciones desbordantes, ante la mirada de piedad de los que allí estamos.

Tengo impresiones confusas o de apariencia diáfana; claras intuiciones que no sirven para nada. Mi experiencia se limita a un recorrido diario de carretera. A un día de verano. A lo que veo desde la ventana de mi despacho con la calefacción puesta. A lo que leo en el diario. A lo que me cuentan. A mis pocos viajes.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Cartaphilita linda, creo que al escribir no todo queda formado solo por la experiencia.
Como humanos somos un proceso inacabado. Tenemos poderes de visualizar y percibir que van más allá de lo que nos damos crédito.
A veces un hecho o una idea es captada por nuestro cerebro, aún cuando nosotros ignoramos el porqué.
Escribir te expande la visión, y nos mantiene ejercitado el músculo cerebral y otras capacidades.

David Figueroa dijo...

Me gustó mucho esta entrada, Cartaphilus, de experiencias va esto, vividas, observadas, inventadas, en realidad, todas vividas a través de las palabras.
Abrazos.

Luna dijo...

Es necesario tener expeiencia para todo????

Me gusta el texo. Sobre todo el final.

Saludos enormes.

artistalight dijo...

Vivir viviendo, imáginando, escribiendo. Vivir sin haber vivido, imaginar qué se siente en situaciones que jamás viviremos y luego escribirlas, como si en realidad lo hubierámos vivido...parece un trabalenguas, pero nada más y nada menos que de éso se trata :) Me gustó tu escrito.

Julio Genissel dijo...

Cartaphilus, hace tiempo que no leía un texto tan bueno. Decir esto es extraño, porque lo que relata es melancólico y triste. Pero hay una reivindicación del fisgonear, del espiar, del mirar, que es exorcizante. La narradora se redime con su exacta visión de las cosas, y compara sus experiencias que parecen vanas, con las de otros, los que han descripto aventuras que desde la ventana jamás se podrán mirar. Así son las cosas, y las describís muy bien. ¿Todas las amas de casa deberían suicidarse?¿ O solo las que toman conciencia de que hacer este puchero, les ha llevado tanto tiempo como el que necesitó el Che para cruzar un río nadando hacia el leprosario? Dudas y más dudas. Un abrazo

Pilar dijo...

Gracias a todos por pasar y por vuestros comentarios.
Un abrazo

hugo dijo...

Y Bolaño tenía razón, la experiencia es absolutamente indispensable para cometer tres veces el mismo error. A veces, con la misma persona. Un abrazo.