viernes, 10 de mayo de 2013

El cartero siempre llama dos veces


El cartero llamó dos veces; la señora le abrió con la bata de flores de la talla 46 semidesabrochada.

Tengo que decirlo, se expresó pomposamente el pulcro funcionario, con acento cordobés fino. —Sé que resultará antipático, antipopular y habrá quien lo sienta una pedantería, una insolencia o una obviedad.

La señora se echó en el marco de la puerta que sufrió su peso con un crujido, sacó del bolsillo de la bata un paquete de Marlboro light y encendió un cigarrillo, soplando profusamente una bocanada de humo que pareció interminable.

Enormes pulmones, dijo gentil el cartero.

Gracias, pero prosiga; no alarguemos esto más de lo necesario.

Y el cartero siguió:
»No hace tanto, unos cuantos meses, el pueblo soberano se pronunció. Todos más o menos aseados fuimos a los colegios electorales, tomamos unas papeletas, las metimos en unos sobres y las hicimos penetrar con la dignidad y el protocolo que el evento requería en unas urnas de cristal. Muchos, y lo sé bien, votaron por correo. Y así se gestó un gesto de aplauso popular y cuasi unánime que dio como resultado una mayoría absoluta a uno de los grupos políticos que a esas elecciones se presentaron. En términos del Servicio de Correspondencia Anarquista Español: dimos carta blanca a unos tipos con unas ideologías y unas maneras reconocidas y conocidas, con un plan discretamente confuso, explicado con verbo obtuso y contundente, y, a lo que parece, convincente.

»Y así se escribe la historia... Apenas pasan dos años y la gente anda loca de apretarse el cinturón, protestando, con los sueldos mermados y los nervios a flor de piel, las televisiones aconsejan rezar y nuestros atractivos gobernantes se ven deslumbrantes en sus perfumes, sus bótox, sus pedicuras, sus cargos de asesores y su discreta adicción a los sobres. Turbado compruebo cada día que nadie reconoce que les votara, ergo esto no ha pasado ni está pasando: estamos todos bajo los efectos de unas emisiones tóxicas de aquellas fugas radiactivas de hace nada y que tan lejos en el imaginario popular quedaran.

»Y yo, como cartero funcionario acreditado con más de veinte años de servicio a mis espaldas, ante usted, oronda y prometedora señora, a la que he traído lo que probablemente será una carta de desahucio certificada, pregunto: "¿Qué hacemos? ¿Follamos?".

Vintage Victory



1 comentario:

Calamardo dijo...

Me gusta el discurso florido del cartero. Ese ¿Follamos? del final me recuerda algo a las historias de Riforfo.