sábado, 11 de mayo de 2013

Sion Sono: Cold Fish


Se lo pone difícil la imaginación de los límites al triste mundo de la ONAN[i] y sus países satélite y culturalmente afines. Por aquí, hace tiempo que todos lo hacen todo con una conciencia absoluta de estar en la plaza pública donde cada quien que asoma juzga al vecino de manera implacable, y como si de ese juicio dependiese la continuidad de la especie. Esa es la principal causa de que vivamos una gran mentira y de que para soportar mirarnos al espejo tengamos una violenta necesidad de algún tipo de droga que puede ser trabajo, sexo, chocolate o solo un poco de ginebra barata. Adictos a razones, al orden, al desorden, a una sensación de control, a una sensación de libertad, a una sensación placentera, a una máquina tragaperras, a una o varias putas bien formadas.
En este mundo habitado por vegetales que se esconden de la luz, solo unos pocos logran hacer algo que da igual y al mismo tiempo se salva. Algunos que no piensan que estar en un mundo-espectáculo es una presión añadida a la mera falta de ganas, a la barriga llena, a la acumulación y el despilfarro; y se resisten a hacer cosas solo porque te las van a pagar y entonces idearlas de manera que gusten a la masa, que normalmente es de un previsible que da náuseas.
La historia de Cold fish venía hecha. Estaba dada por cómo son las cosas pues esta historia ya ha pasado. Contarla sin piedad era más difícil. Y Sion Sonno ya abundó (Guilty of love) en la sutil necesidad de algunas mujeres de ser libres a través de la sexualidad, de estar confusas entre el fingimiento y la sumisión y el loco deseo de romper todos los papeles que se le han asignado. Y es posible que sea un asunto cultural de determinadas coordenadas pero la contención y la decencia, la fórmula del ser bueno y actuar según los cánones de lo que una conciencia colectiva aprueba está tan viva aquí como en cualquier lugar. Y esas ellas pueden ser el detonante de toda la violencia con la que un desdichado como Syamoto salpica y mancha de sangre la pantalla.
Así, del choque entre un hombre naturalmente bondadoso, presuntamente leal y cuerdamente débil y un hombre que ha traspasado todos los límites en pos de la satisfacción de sus deseos más animales nace el verdadero mal. Si el viudo que briega con la hija adolescente, mimada y descerebrada; si el viudo que confía en el amor de la joven sucesora de su esposa muerta y vive como todo el mundo y es tan normal que su vida no tiene mácula ni tan siquiera cuando sueña; si este viudo, digo, duerme y tiene pesadillas, sus pesadillas nunca serán tan terribles como su propia estela al traspasar el espejo donde asiste a la ruptura con la creencia de dónde empiezan y acaban sus propios límites.
Los hombres somos un saco medio vacío que se va llenando de arroz, declaraciones de la renta y películas, de noches de teleseries y paseos por el parque con hijos en carrito. Un saco que en el fondo alberga algo que el propio hombre desconoce, un poso de deseos incontrolados, de orgullo y de arrogancia que, dependiendo de quién, está más o menos contenida. Y si ese poso se adereza con la visión inesperada de una realidad infernal que puede ser una masacre, un atropello o los capítulos inenarrables de una guerra, si ese poso es removido con la cuchara de la crueldad o con un enorme palo de metal y reflejos de sangre y corrupción y trozos de la propia miseria, ese poso se eleva, sale del saco, lo llena, lo colma y resbala en forma de espuma de cerveza, ese poso lo es todo, es un veneno alado, es el hombre que golpea e incendia y la mujer que se prostituye, corrompe y muere o mata, y es la madre o la hija de los desesperados suicidas que, ante el espectáculo grotesco, se sacuden el polvo y siguen como si nada.






[i] Véase La broma infinita (David Foster Wallace).

4 comentarios:

Unknown dijo...

Éste post deja un reguero de tripas de realidad expuestas al sol y a la vez da una mirada a los aspectos demoniacos de algunas mentes. Existir tiene tantas variantes como personas y sus traumáticas.
Incluso viviendo entre las contradicciones del gurmetismo y el intenso deseo de adelgazar, la búsqueda contemporánea del Santo Grial alimenticio. Y a la vez vivir cada quien en el error de creer ser alguien que a la vez uno sabe que no realmente se es, ni en realidad se sabe su último porqué.
HEY, suena a buena canción romántica:"Mi último porqué."

Pilar dijo...

Sí, Carlos, el hombre está atrapado en lo aparente. Por eso es tan impactante el cine de Sion Sonno.
Un abrazo.

LEONARDO dijo...

Comparto tu interés por éste creador, para mi es un poeta lúcido, un visionario del desquiciamiento ya total de nuestro mundo, y además japones, de un país pionero en la aceleración despiadada y psicótica en la que ahora agonizamos, "pioneros del porvenir" los llama Vila-Matas a los japoneses, un porvenir sórdido y tristísimo de hikikimoris y otakus. Y de cretinos.

Aparte de las que has nombrado a mi también me gustaron mucho "Love Exposure" (espectacular), "Strange Circus", "Suicide Club" (con una perturbadora escena de un suicidio en masa de colegialas).

Saludos y libertades.

Pilar dijo...

Gracias, Leonardo. Es muy especial Sion Sonno, tiene una visión aterradora, profunda y muy personal del presente. Estoy contigo, mi predilecta es "Love Exposure", aunque de El club del suicidio tengo un recuerdo espantoso por el doblaje al español tan horrible. Debo verla, como las demás en VOS y juzgar entonces.
Un abrazo.