domingo, 19 de mayo de 2013

La escoba del sistema


La literatura debe mover montañas, crear montañas y moldearlas hasta formar algo que podría ser un mundo nuevo, que podría no serlo, que podría parecerlo o no parecerlo, pero que sin duda es. Si planos de ficción se mezclan, enredándose entre ellos, tensando las cuerdas, imbricándose los unos en los otros como planos tridimensionales que encajan como mamushkas, mientras algo como una música suena y desvela un secreto íntimo e inverosímil e inexactamente expresado por las notas que van calando los párpados, y aparece entre las sombras un contador de cuentos, se abre el telón y una historia comienza. Una línea se percibe cada vez más nítida en la estructura entretejida de miles de líneas. Una destaca, como si la corriente eléctrica fallara, como si la electricidad y el calor se concentrara por alguna razón en ella. Por alguna razón. Todo parte de una anomalía. Todo comienza por alguna razón desconocida, olvidada, escurridiza. Así de inespecífica y absurda es la vida. Ahora él está en el final de una historia de AMOR, la quiere acabar, la quiere dejar, la quiere cerrar... ¿Cómo deshacerse de Lenore? El amor de su vida, la mujer perfecta... ¿Cómo deshacerse de ella? Si ella se resiste a dejarse, si ella rehúsa ser un personaje, no se deja manipular... si le obsesiona ser un personaje hasta el punto de oponerse a todo. Y además él la hizo tan perfecta, tan deseable, tan inaccesible... 
Así nace Lang, así su pasado en común, así un mundo tras otro todos compartidos y relacionados: Jay el psiquiatra y la conspiración de la bisabuela Beadsman, la retorcida relación de los ancianos desaparecidos y el negocio familiar y, de nuevo, el psiquiatra y una vez más la voluntad de acabar con la relación de R.V. y Lenore. Así aparece Mindy y se desvela el pasado humbertiano de R.V. que ahora es impotente, inseguro, y recuerda a todos a un escarabajo pelotero, en contraste con Lang y sus ojos verdes y su ocasión de volver a empezar y elegir un nuevo camino, otro camino en lugar de la vía Metalman (quién no querría, qué hombre no ha deseado volver a un punto concreto de su vida y tomar una decisión distinta, probar una ruta alternativa pues aquella por la que optó le trajo a un presente siempre y en todo caso desdichado, un presente tan absorbente y deprimente que le niega cualquier posibilidad de un futuro). 
Y de fondo, un GOD (Grand Ohio Desert) que es el germen de la Concavidad (véase La broma infinita) que es la montaña creada por voluntad de un hombre, solo posible (¿o no?) si cedemos a la coyotización. Un GOD que simboliza la posibilidad del hombre de alterar el medio natural: expropiando, maquinando, creando el juego de las políticas fantasmales. Un desierto que ha de devolver el espíritu de Ohio a los aletargados y acomodados paisanos, ajenos ya a un pasado glorioso y heroico. Un GOD cuyo destino es, cómo no, ser algo turístico, comercial y blando, un centro lúdico atestado de turistas, excursionistas y autobuses, ridiculizado por la masa extremadamente rutinaria, mansa y complaciente. Absolutamente patético y, desde luego, lo contrario de siniestro. El sentido del humor de DFW.

Y Vlad el Empalador y la bisabuela y toda la teoría wittgenstiana como una metáfora útil sobre la teoría literaria y la circularidad del proceso y el eterno retorno como posibilidad de fondo, el proceso creativo y la autoconciencia de estar haciendo y ser ficción.... Y de nuevo Vlad hablando y repitiendo y hablando,...
Al fin, con el GOD como escenario la historia de AMOR se deja terminar. R.V. consigue acabar a Lenore, acabar a Lenore y a Lang juntos. En un último exceso, de regreso al edificio inverosímil donde la historia se había estancado, todo ocurre. Entre las sombras del edificio Erieview: una sombra densa, anómala, simbólica, extraña y omnipresente, una sombra que cada día barre toda la realidad del edificio Bombardini, a través de la que observa R.V., aparecido de la nada, ahí despidiéndose, observando, mientras todos los personajes insustanciales y una Lenore ya totalmente difusa, y un imposible cúmulo de situaciones absurdas van acabándose las unas a las otras, hasta sencillamente no estar. Ya no hay relato, ya no hay sistema que supere a los individuos. Todo se ha evaporado. Todo menos R.V. y una preciosa Mindy que parece más dispuesta a cooperar como personaje, una Mindy cuyas piernas brillan en la oscuridad, una Mindy que provoca el deseo y anuncia una recuperación de la hombría de R.V., una Mindy a la que R.V. promete "contarlo" pues es un hombre de... ¿palabra(s)? 


2 comentarios:

Unknown dijo...

te he estado leyendo. lo que no me gusta mucho de tus escritos es que tiendes a relegarnos a las mujeres a simplones objetos de deseo. y parece que ignoras que los hombres también son objetos de deseo. no sé, me parece todo esto una visión muy tradicional de la mujer.

Pilar dijo...

Esta entrada es solo una interpretación de la novela (no es un texto propiamente mío) y la anterior, igual, se trata de una lectura de unas películas que quizás también hayas visto. Nunca se me ocurrió pensar en DFW o Sion Sonno como sexistas. Pero en cualquier caso y, sin duda, son muy interesantes.
En el caso de la novela de Wallace, adoptando el punto de vista de un protagonista masculino que podría ser el autor de Lenore, sí: ella es exactamente un objeto para él, ella y todos los demás, claro está. En eso no va mi opinión sino lo que leo en el libro. No tengo prejuicios contra las historias por ser mujer: si una historia es buena, como esta, me parece que debo dejar que el autor me guíe por donde quiera.
Gracias por leer y por tu interés.