viernes, 24 de septiembre de 2010

De lo que ocurrió a A. B. Dwffierttt (III)

La concordia duró poco. Y lo cierto es que era de esperar.
Solo 48 horas después de haber brindado juntos como iguales alienígenas y humanos, comenzaron las suspicacias. Liechtenstein, si bien era guapísimo, no era nada carismático y lo que era peor carecía de un proyecto. Al ser preguntado por el rumbo que debían tomar, no supo qué contestar.
"Menuda mierda de líder", recriminó una voz anónima y Asttrud creyó percibir un ambiente digamos enrarecido. No cabía duda de que el exsegundo no había calculado las consecuencias del motín que, aunque debido a causas justas, no parecía solucionar los problemas reales a los que se enfrentaban. Más bien los empeoraba, al menos desde la perspectiva humana. Si algo tenía bueno el otro capitán era que sabía lo que tenía que hacer y, bajo su mando, algunos regresarían a la Tierra.
Liechtenstein admitió que necesitaba reflexionar y un incómodo murmullo acompañó su retirada a su camarote para tratar de figurar una estrategia que les sacase del atolladero. Una vez más quedó probado que la sinceridad no casa bien con la jerarquía militar.
Como guinda del pastel, una facción ultra conservadora de alienígenas se manifestó muy descontenta por la detención del legítimo capitán de la nave ya que, como es bien sabido, los extraterrestres son de natural reaccionarios y se oponen a cualquier violación de normas y protocolos; el orden establecido es sagrado para ellos. Imagínense cómo llevarían algunos lo del motín de la Bounty II.

El cariz que estaban tomando las cosas no gustaba nada a Asttrud, que se moría de hambre. Con tanto conflicto interno entre la tripulación y tanta divergencia entre las posturas de las diferentes especies, allí nadie parecía dispuesto a servir la cena. Al final, sin esperar a ver cómo se resolvía la noche, nuestro héroe se escabulló a su camarote para degustar allí unos salchichones escamoteados de la bodega personal del excapitán y acostarse a su hora.

Lo que ocurrió en los días siguientes a aquel suscita desacuerdo entre los cronistas y la memoria de Asttrud no nos ayuda nada en este sentido ya que pasaba mucho tiempo preparando su escondite y comiendo gran parte de lo que robaba.

Como ha quedado patente, la tripulación rebelde tenía graves problemas de fidelidad a su nuevo capitán que tampoco es que diese muestras de tener las cosas muy claras, aunque las tuviera. No sabía todavía el pobre hombre a sus treinta y ocho años (muy bien llevados, la verdad) la importancia de las apariencias.

De todo lo que se cuenta, lo único que está claro es que, tras encerrarse 15 horas en su camarote y estudiar con detenimiento las cartas estelares de navegación, salió ojeroso y despeinado y afirmó haber hallado una posibilidad de salvación para la Bounty.
El plan, contra todo pronóstico, no era descabellado pero, por su sencillez e idoneidad, fue inmediatamente criticado por militares y paisanos, tripulantes y pasajeros, hombres, mujeres y entes polisexuales. Al parecer, explicó Liechtenstein, se encontraban a una distancia plausible del planeta Ha Waiino 2.0, destino vacacional de los habitantes de Saturno. Era un sitio cálido en esta época, de atmósfera razonable, donde vivían unos seres muy amables, exóticos e inocentes con los que todos congeniaban y trababan amistad fácilmente. Sólo tenían que conseguir permiso para aterrizar con la excusa de repostar. Una vez allí los alienígenas podrían  mezclarse con los nativos y los saturnianos sin mucho problema. Y ellos volverían a la Tierra y ya se las verían con las autoridades terrícolas y afrontarían un consejo de guerra o lo que fuese.
"Es arriesgado pero vale la pena. Nada irreparable ha ocurrido aún", dijo.
Los oficiales se miraron entre sí y no respondieron, alguno se encogió de hombros y se dio media vuelta. Todos habían perdido la confianza y estaban desmotivados, desganados y desaboridos. Sin embargo, aunque con mala cara, el timonel finalmente puso rumbo a Ha Waiino. Y Liechtenstein  comunicó por megafonía los detalles del plan que, con o sin entusiasmo, llevarían a cabo en 2 semanas, lo que se tardaba en llegar a Ha Waiino en modo ECo, i. e., a máxima velocidad con un gasto mínimo de energía.   

1 comentario:

Anónimo dijo...

Entes polisexuales xD

A