jueves, 29 de septiembre de 2022

Deberes

Voy por los pasillos de casa disculpándome por las habitaciones: perdona, cama abandonada; perdona, despacho; perdonad, sábanas; perdona, edredón; perdona, ventana cerrada. Clausurados algunos cuartos, coche olvidado en el aparcamiento, ropas que ni reconozco, encerradas en un enorme armario. Zapatos que no me pongo, bolsos que no quiero, comida que no me como. Perdona, nevera, por usarte solo para lo que te uso; disculpad, albóndigas del Ikea que lleváis ahí congeladas varios años, junto con algo que juraría que es un pulpo. Tengo que escribir, como deberes autoimpuestos, un algo que explique por qué. Por qué te entiendo y oso ponerme en tu pellejo. Disculpad, carpetas de apuntes, exámenes de hace más de 15 años en AZ dejados de la mano de Dios y amontonados en un armario metálico en mi despacho, allí donde trabajo. Perdón, perdón, perdón. Sé que esto no es lo que querrías, Paloma, pero qué te digo. Sé que lo hiciste porque estabas cansada, hasta las narices, exhausta, te sentirías sola e insegura, y también un poco convencida (no tanto por tu propia inteligencia como por la de otros) de que no se puede tener nada parecido al amor o a la confianza, propios o hacia otros, cuando hay necesidad por medio. Y, a estas altura de la vida, estamos todos bastante necesitados, yo igual que tú. Eso, creo, añadió un poco tristeza a tu agobio general. Eso, y lo negro que lo ves todo después de tomar unas copas en la soledad de tu ático, que vaya mala idea, perdona que te lo diga. También, creo, se te hizo presente eso de que todo lo que haces lo puede hacer otro. Que no hay nadie imprescindible, que el mundo seguirá cuando te hayas largado y todo eso que ya sabemos. Clichés, Paloma, clichés. Que tanta prisa y tanto ser puntual, tanto cumplir, tanta exigencia van a significar nada en el recuento de una vida entera cuando cruces el umbral del retiro. Que hoy es hoy y que siempre será hoy. Y ayer solo existe para tomar impulso o avergonzarte, arrepentirte, o sentirte aturdida de orgullo, y todo eso se olvida. Igual que mañana: no existe, solo es una agenda atestada de letras que forman palabras y palabras que forman frases y suenan a obligaciones. Que lo hiciste porque estabas cansada, dolorida y harta. Harta probablemente de sentirte abrumada, y culpable, y explotada, de pensar y temerte que vas a seguir igual, por más que te digamso que no. Sonrisa en boca y asintiendo mientras te duele hasta el alma. A lo mejor solo necesitas vacaciones, vacaciones de pensar. Yo qué sé. Lo que sé es que eres tan débil como yo y como el que más. Y que debes buscar la forma de empezar a pensar antes de actuar. Y ya. Fin. Créditos. Aplausos y abucheos por igual; bueno, puede que más abucheos, en realidad, muchos más; yo, como si nada, hago una reverencia y se baja el telón. The End.

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