viernes, 7 de octubre de 2022

Mejor que estar por ahí cagándola, tinta y papel

Voy con pies de plomo. Por donde paso, todo se mustia, se seca y desertiza. Y a mí que me encanta la yerba. Que cuando llegan las elecciones, busco entre las papeletas un partido herbal que manifieste su desinterés por cambiar nada y solo tener todo llenito de césped y yerba, y no encuentro más que el oscuro ideológico de los verdes, que igual están hoy defendiendo una bandera perpetua que te permite bañarte con olas de diez metros, que poner todos los semáforos en verde y que el sol salga por Antequera, que pintar todas las paredes de verde, que cambiar el himno de donde sea por una copla que alabe la albahaca y el perejil. En fin. Doce elecciones entrando y saliendo del colegio sin meter papeleta ni decir hola y adiós. Ni quejarme. Ni proponer, que no es mi propósito vital engendrar ideas en las mentes ajenas. Pues eso. Que voy con pies de plomo. Salvo cuando me tomo un par y me pongo a largar. Que la lío. Pero cada vez menos, porque me he dado cuenta de que nadie me hace ni puto caso. De todos modos, he aprendido a andar de puntillas, para no joder el verde suelo que tanto me gusta. Para ni tocarlo ni en palabras. Para administrar mis pisadas como si fueran las manos del rey Midas. Habitaciones de oro y ni un puto brote de vida. Un buen castigo, si es que alguien merece darse el trabajo de castigarlo. Yo voy con pies de plomo, porque la vida es cartilaginosa, tiene como arenas movedizas que te tragan, está, la muy zorra, llena de carteles con ofertas de mentira, para que piques y entres en una tela de araña. Y encima, con ese problema mío de devastación pasiva, además de recibir un desengaño y arruinarme económicamente o emocionalmente, lo dejo todo hecho una pena. Así que, ya les digo, no me muevo de la silla, los pies vendados en kriptonita, frente al ordenador, transcribe, escribe, responde, contesta, tramita, dormita. Conciencia herbal y no herbal, pues no soy destructiva con el mundo que han de heredar los demás. Faltaría más. Ya tengo culpa para rato con mis faltas, errores, delitos y pecados, como para seguir hiriendo al mundo comiendo carne, contaminando con mi coche y engatusando a angelitos engatusadores que al final no son tan malos y sufren. Aquí me quedo y, si me ven por ahí y notan que ando raro, sepan que no es que esté artrítica perdida, es que voy medio saltando, tratando de levitar. La verdad, seguiría escribiendo hasta el final de los tiempos. Inventando mierdas que a nadie importan y que nadie leerá, pero me da que esto cuanto más breve, mejor. Así que adiós.

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