lunes, 20 de junio de 2011

The passenger

Soy el pasajero, me muevo a través del tiempo, veo las estrellas cambiar, la noche pasar. Soy un viajero vocacional. Navegaré los siete mares y yaceré con cientos de doncellas. Bajo la luna llena, aullaré. Viviré, algún día viviré. Presenciaré guerras en las que no querré participar, pero participaré. Tomaré partido, lucharé. Me tentará cambiar de bando, y cambiaré. Soy la muerte que me espera en el espejo. Soy la imagen en movimiento, desnudo bajando las escaleras. Gritando en el camino. Dormiré en autobuses inmundos sin saber dónde me llevan. Llegaré a pueblos agrestes, hostiles, raros, lejanos. Me sentiré forastero. Seré el rechazado, el desheredado. Soy el extranjero que enferma. Un fantasma. El pordiosero que no pide limosna. Desconoceré la lengua de los nativos. Bailaré para ganar mi comida. Soy el que no acampa ni descansa. Esperaré un nuevo tren de carga y miraré de frente el sol hasta quedarme ciego. Seré el invidente que busca sin descanso. Que intriga, molesta y turba. Y llegaré a un sitio con mar, destruido por los años. Viejo, desdentado, vestido con harapos, sucio, hediondo. Conoceré a una mujer que no verá mis cicatrices, ni mi carácter de pasajero. Dejaré que me cuide, ¿por qué no? Reposaré entre sus sábanas limpias, tomaré sus caldos. Me dará todo, me devolverá la vista. Seré fuerte y joven otra vez. Y la mujer no querrá dejarme marchar, seré para ella como el aire, una necesidad. Entonces, solo entonces, más que nunca y puede que a mi pesar, tendré que regresar.
 

2 comentarios:

Sucede dijo...

Pedazo de tema!!!
Y el relato que has sacado de él es muy grande, gran evocación!!
Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Este relato tiene un ritmo y una sonoridad muy agradables. Sufrimiento injustificado, que llega a su máximo cuando cambia del autoflagelo a la ingratitud y traición. Muy intenso, felicidades.