miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lo bueno, si breve...

Se encontraron en el Café Breton a las seis en punto de la tarde. Él llevaría una bufanda color berenjena y ella, un abrigo rojo y un ejemplar de Historia de Cronopios y Famas. Su afición por la ficción breve les había unido y decidieron pasar de la comunicación in absentia a un ya apetecido contacto personal, visual y táctil, más satisfactorio si bien arriesgado.
La tarde estaba lluviosa y en la calle resonaron graves las seis campanada en la Catedral al tiempo que Amanda escuchaba su propio taconeo ya entrando en el Breton, con sus labios color carmesí y sus ojos pintados en verde. Le gustaba el simbolismo y sabía que él lo apreciaría.
Rafael estaba ya sentado a la mesita y saboreaba un chocolate mientras observaba la puerta del establecimiento. Cuando se vieron, se reconocieron de inmediato. Ella sonrió y pensó que por la web cam él parecía más alto. Él se levantó para recibirla y pensó que la pantalla la favorecía, quitándole unos añitos de encima.
La conversación, claro, fue excelente. Los relatos, los blogs, los libros, ellos y sus amigos. La música. Los breves y la poesía. Todo lo que les entusiasmaba y les unía.
Al despedirse, se hizo un silencio.
-Mañana te escribo -prometió él.
-Me conectaré en cuanto llegue del trabajo -dijo casi al mismo tiempo Amanda.
Al día siguiente ninguno de los dos entró en el blog del otro, no asomaron por el Facebook. No escribieron ni llamaron.
Él no se acercó al ordenador: "Ojos que no ven, corazón que no siente", -pensó.
Ella se distraía contestando a otros conocidos, mientras se repetía: "Agua que no has de beber déjala correr".

4 comentarios:

Unknown dijo...

Que gran desencuentro en el terreno físico.
Recibieron la lección de mantener lo virtual en su universo sin necesidad de atravesar a la otra dimensión.

Anónimo dijo...

¿Esto significa que no debemos vernos nunca?

Anita Dinamita dijo...

Eso no nos pasó en el encuentro de la Megaquedada... nos quedamos todos y todas con ganas de más... y de haberos visto a quién no pudisteis venir!
Besos

Pilar dijo...

Sí, Carlos, nunca es mejor lo que tenemos que lo que deseamos.
Anita, para la próxima, me encantaría!