martes, 28 de febrero de 2012

Preguntando a Miss Merkel


Asking Angela fue el título de la entrevista que finalmente realicé a la Sra. Merkel y fue publicada tras la correspondiente censura y mutilación en el conocido diario El Estado.Yo me había vestido con un jersey azul marino, pantalones vaqueros y bolso dorado a juego con las toreritas, el collar, las pulseritas, los pendientes y la felpa. Me puse de pie para recibir a la gran dama y ella se dejó caer en un sillón, que habría visto seguro cosas peores, dándome permiso con la mirada para tomar de nuevo asiento.Mi primera pregunta no fue muy profesional. Desde cualquier punto de vista, era ambigua, confusa e incluso hostil. Pero me salió de repente sin que yo lo pudiera controlar:
-¿Por qué?
"¿Por qué?" Así, de sopetón y sin contextualizar. Cualquier profesor de la Facultad de Periodismo, cualquier estudiante de esa u otra especialidad de Ciencias de la Comunicación, las muchachas de la Cafetería, los bedeles e incluso el tipo de mantenimiento me juzgaban desde la lejanía de la Universidad de Santa María, avergonzados al tiempo que alegres por mi patinazo.Sin embargo, y a pesar de todos los mentados y de que podía perfectamente haberme fulminado, ella sencillamente respondió. Ni parpadeó:-Por dinero, what else?
Lo de What else era una bromita muy manida y no me dio la gana reírsela.
-Pero considerando los riesgos, el malestar social, la perversión y el maltrato que en general han prodigado a todos los ciudadanos, contribuyentes, consumidores, engranajes y colaboradores del sistema, ¿no le parece un poco sádico?
-No sea pusilánime, oiga; nosotros pedimos que nos devuelvan lo que les prestamos, que estén a la altura y que apechuguen con los intereses; no nos parece ni más ni menos que lo que estaba sobre la mesa cuando aquellas digamos hipotecas se firmaron. Y qué si el pueblo llano desconocía lo que sus dirigentes electos estaban firmando; ya podían espabilar y estar atentos que la democracia no es ir a votar (eso si van) una vez cada cuatro años. Si no que se lo digan a esos griegos, ¿qué se creían que iban a vivir a nuestra expensas?
-Pero, Sra. Merkel, las medidas han crispado el ambiente de ese país llevando a los griegos a los límites de sus fuerzas. ¿Eso no es contraproducente?
-Usted mezcla las churras con las merinas: eso no es asunto mío. La política interior es un asunto de ellos, su policía, su ejército. ¿Para todo les vamos a tener que sacar las castañas del fuego? Es usted un poco ignorante. Tengo hambre.
Aquel comentario produjo un movimiento de tipos que hablaban por auriculares con micros y en menos de un minuto comenzaron a preparar un "ligero avituallamiento" de costillas con chucrut y una salchicha como un brazo de gitano que la Canciller alemana se metió en la boca en un abrir y cerrar de ojos; ojos que después quedaron cerrados, boca que pidió permiso para ir al lavabo. A tientas con la mano derecha siguiendo las instrucciones de un guardaespaldas que estaba muy bueno seguí hasta la toilette. Allí, entre arcadas y vomitos, logré sacar el móvil y llamar al redactor: "No puedo seguir con esto, me hace enfermar y no saco nada en claro. Creo que no acabaré la entrevista". "Ni hablar, la acabas, la traes, la redactas en condiciones y te aguantas que no te va a pasar nada, salvo que te vas a quedar sin contrato basura. Ni una indemnización te voy a dar, vamos no te pago ni los vuelos... Vamos, déjate de tonterías. Ya te dije que no tenías materia de periodista pero mira que estuviste pesada con tu oportunidad. Pues llegó y no la vas a dejar pasar". Colgó. Vomité un rato más y salí.-¿Quiere un poco de sauerkraut?
La mala leche que se gasta la tipa. Decidí acabar ahí y despedirme con cuestiones de amplio espectro, para que el interlocutor se despache a gusto y vaya por donde quiera ir. No estaba yo equivocada. Ya por la tercera megasalchicha, la líder europea me miró fijamente: yo, estremecida musité:
-¿Algún consejo? ¿Para países como el nuestro o cualquier otro, para individuos o gobiernos?
-Sí y no. Ya digo lo que tienen que hacer cuando vienen a verme. Y no te lo imagines como la peli del Padrino que los españoles sois muy fantasiosos. El que gobierne un país de los nuestros, viene y recibe directrices. Mi consejo es austeridad, privatización, control de la banca sobre los gobiernos y política usurera; se trata del capitalismo, nena. Hay que ser francos, si retiramos nuestra pasta todo se va al carajo. Así que qué hacemos, nos negamos a mantener nuestra palabra dada firmemente: la no intervención de los gobiernos, el estímulo laboral y social de poder hacerse rico a pesar, so sobre tras los demás... Es lo que hay. Ahora, si me dices qué consejo te puedo dar: como española, júntate con quien más convenga; como europea, no dejes de visitar Bruselas; como fémina, sé más dura, que das lástima. Ahora, joven, le agradezco su visita, su atención y su lógica adhesión a mi ideología y su solidaridad como mujer ante el gran esfuerzo que realizo. Sí, Alemania es una nación loable, que renace de sus cenizas, líder nata, a la cabeza de Europa y el mundo sin afectación. Le acompaña mi guardaespaldas que yo me quedo acabando el tentempié de las once. Ciao!
-Grazie tante, -respondí yo.


1 comentario:

omar enletrasarte dijo...

se me antojó real, absolutamente
saludos