se adueña de mi pecho.
Yo no lo puedo controlar.
Va solo por sus fueros
recorriendo mi cuerpo,
entrando por mis sueños.
Se agranda, se agranda.
No sale de mí.
Se agranda.
Enorme.
Nadie lo nota
pero estoy llena de fe.
La savia andante de la calle
y esa promesa que vive en ti.
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