jueves, 22 de marzo de 2012

Hastío y esperanza

Escribir sobre nada, pensar nada, comer y vomitar, consumir hasta el hartazgo y la somnolencia. Grandes siestas, todos dormidos, encerrados en la cueva. El hombre apedreado. El estado de las cosas. El estado del hombre acobardado que vegeta.
Necesitamos despertar, renunciar al banquete, al desvarío del consumismo idiotizador. Del televisor y las telenovelas. De los best sellers y su mensaje. Publicidad y pestañas más largas. Bolsos y absurdas polémicas. Propagandas del sistema.
Cuando no discernimos dónde está el camino sin mácula, estamos tan perdidos que renunciamos a nuestra humanidad. Y cómo hallar el camino en medio de la falta de dignidad humana. En el pasillo de iluminación artificial donde la corriente engañosa nos hace pensar que estamos al aire libre recorriendo un camino. Sin un ápice de curiosidad, con las manos atadas.
Con los ojos vendados, no habrá mirada nueva. Y necesitamos una mirada nueva.
El pecado de hoy es la pereza: nos conformamos, nos engañamos porque es más fácil dejarse llevar.
No obtenemos conciencia de lo espiritual, incapaces de pensar, educados en la mediocridad, hiperespecializados. Alejándonos de una visión completa, se nos idiotiza, se nos convierte en un rebaño manejable y encantado de haberse conocido. Y cuál es la respuesta ante la poca exigencia de los que nos gobiernan: el agrado por la facilidad con la que se nos regala la ignorancia.
Está “de moda” ser vanos, superficiales, chillones, ambiciosos. Todo se justifica si se triunfa, lo que se traduce en ganar mucho dinero. Purgamos nuestra culpa además siendo falsamente solidarios. La lágrima fácil del culebrón, una vulgar y breve pena por la desgracia ajena. Un comentario en el patio de vecindad. Anécdotas.
Necesitamos parar. Tener la mirada atenta contra la dosis diaria de noticias insignificantes. Informaciones que no revelan nada de la realidad. Confusa y contradictoria, la pasarela de la vida que acaece fuera se nos desdibuja en la mente tras ver una buena dosis de televisión. 
Necesitamos ser conscientes de que la propaganda y la publicidad son solo eso: propaganda y publicidad. Vivir esos mundos de alteridad nos impide luchar contra la falta de ética y nos atrae a la indolencia: ¿Qué más da lo que les pase a los demás?

Necesitamos una mirada nueva. Una mirada amable pero implacable, una ardiente pasión que nos mueva. No quiero vivir tanto tiempo. No deseo una estéril vida longeva. Quiero vivir. Vivir la pasión y el entusiasmo de una mirada nueva. 
Esperanza. Lucha y entusiasmo.
Necesitamos con urgencia girar a ambos lados la cabeza y observar lo que ocurre a nuestro alrededor. Con la energía de la fe en una humanidad efímera pero verdadera.
Si llegase algún loco, algún poeta. Si el sitio de los hombres justos floreciera. Si una voz se elevase para contar una historia eterna. Recontar las estrellas, los mitos que dieron nombres a las elevadas praderas, a las cumbres nevadas, a la marcha hacia un sistema de ideas, caótico pero con sentido. Un nuevo orden, que girase en torno a las personas. Para conocerlas y comprenderlas.
Una mirada justa, sanada de la enfermedad de avaricia, nihilismo, codicia salvaje y aspiraciones insustanciales. Algo se salvaría, algo volvería a su lugar sobre esta tierra.

2 comentarios:

Riforfo Rex dijo...

Amén. Estamos aplastados y sin perspectivas. Desesperanzados de todo. Cualquiera que manifieste un poco de optimismo, de esperanza, de fe (me gusta la fe, no exige nada y lo pone todo) es ridiculizado, denigrado, por eso se ocultan.

Juanjo Rodríguez dijo...

Lo primero es tirar el televisor por la ventana. Lo segundo es llamar a un amigo de verdad para tomarte con él una cerveza. Uno de esos con los que no tienes que andar midiendo tus palabras. Lo tercero es lanzarte a tu piso, desde la calle, por la ventana un libro de Onetti, dos de Cortázar. Que no vivas en un quinto.