lunes, 5 de marzo de 2012

Sola en Kyoto

Lo que queda atrás
mientras cada cual sacude su dolor:
lo que no dijimos,
lo que dijimos,
lo que nunca pasó.
En estos días de absolutas verdades,
de absolutas mentiras,
de publicidad y basura,
de reciclaje y rearme,
tú sufres como pocos.

Ahora mismo el reloj no da las horas;
acabo de colocar un cubo que recoge
el caldo del tejado goteante.
El ruido de mis tripas ahoga el llanto
del televisor, la pelea de los de arriba.
Y de la telaraña y la pelusa 
salen circulitos de energía.

Pocas cosas se salvan:
los largos cinco segundos
antes de constatar
que se está tan solo en Tokio
como en la desierta isla.


                 ***


Las palabras hoy son jarrones
llenos de porquería
y el mundo gira esquivando
los desniveles de la vida.


2 comentarios:

Calamardo dijo...

He tenido una sensación extraña al leerlo, la misma sensación que se tiene esas tardes de domingo que estás solo en casa y no sabes que es lo que quieres hacer, sólo sabes que estás a disgusto con lo que estás haciendo o dejando de hacer. A pesar de esa sensación me gusta.

Pilar dijo...

A veces le doy a "publicar" en lugar de "eliminar". Probaré a ponerme las gafas los domingos por la noche.
Un abrazo, Calamar.