martes, 16 de agosto de 2011

Escena de verano


La gran embustera se acomodó a la mesa, pidió vino tinto, sonrió. En la mesa contigua cinco nativos con ínfulas hablaban de Hesse, de Churchill, del Beowulf, de Cartas a Theo, de lo buena que está Raquel, de una barbacoa que iban a hacer en casa de un tal Elpringaodelsergio.

Ella asentía mientras su ex explicaba las falsas noticias de televisión, prensa y radio. Su exsuegro le insistía en que comiese más, ignorante de que ya no eran familia. Su cuñada decía algo de una boda a la que ella, por supuesto, no asistiría. Callaba pero, como experta en la mentira, no callaba tanto como para resultar sospechosa. De vez en cuando daba la razón o la quitaba en parcos comentarios. Pensando. En el reloj de pulsera que no se había puesto para no mirarlo cada 30 segundos. En la oscura despedida del día anterior, en las cartas que nunca debió enviar, en las explicaciones que no podía dar. 
Los listillos de la mesa de al lado con sus súper camisetas de Reservoir Dogs parecían mirar a todos con desprecio. La embustera tuvo un acceso paranoide en que entendió que ellos sabían quién era y que conocían la farsa que estaba protagonizando, incluso oyó claramente cómo hablaban de ella. Los miró agresiva y su ex le interrogó por si había algún problema (defecto profesional). No. No hay ningún problema. Desconexión en tres, dos,... Sigur Rós, Fiona, Amy, Björk, porno japonés, Rouco, Rouco con una japonesa, El Padrino I, II y III, Gallardón travestido bailando sobre una mesa, puesamínomegustaRaqueltúeresgay, Hendrix, gilipollas, ministro marroquí. Liebe Minou, la playa de Los Muertos. Exámenes orales. Felación. 
Oyó su nombre repetido una y otra vez y volvió al calor del restaurante y la vista del mar, a los suegros, a la cuñada, a los hijos, al invisible reloj de pulsera. Trajeron más vino, más comida. Los pedantes se fueron. Los sustituyó una solitaria pareja. El tiempo del almuerzo se acabó, los exparientes querían continuarla en una heladería. Sí, dijo por inercia. Sí, porque ese era el trato. Sí, claro que sí.  Que sí, que iba al baño, que ahora volvía, que enseguida, que fueran delante, con los niños, con los bolsos, con la ropa, con las toallas mojadas, con los móviles, con las carteras, con las tarjetas de crédito. El ruido se acalla. Se toma su tiempo. 
La mentira que no ves. 
Se sienta un segundo en la barra. Un tipo se apiada. Lleva una camiseta de Reservoir Dogs, la invita a un chupito, a dos, a tres. Pasa un tiempo indefinido, rápido y entretenido. En realidad, le encanta hablar de Hesse. El de la camiseta estuvo en Basilea. Seré poeta o nada. Planean una psicobiografía comparativa entre la depresión de van Gogh y la de Hesse.  Ya se ha olvidado de sí misma cuando aparece su ex, la toma del brazo, la saca a rastras. "Despídete de la custodia, puta".



3 comentarios:

Unknown dijo...

Que retratazo a la realidad de Doña Burguesa, su insoportable familia política, sus guardaespaldas con pretensiones de superación.
Finamente narrado con nítida mirada de mosca. La clásica mosca imaginaria cuya presencia no han advertido y nos lo cuenta todo.
A diferencia de las moscas reales que nos embisten y nos torean hasta la desesperación en una lucha de reto de pericias , en la cual apuestan con su propia vida,a cambio del excelso placer de joder al prójimo.
Bravo.

Anónimo dijo...

Basta con admitir que la solicitud de custodia era parte del embuste, que está mejor así, y que ya es hora de patearle los bajos al ex, dejándole un determinante: "¡Puta la madre que te parió!".

Pilar dijo...

Gracias, Carlos, :)
Yun, mis personajes acorralados necesitan alguien como tú. Mi admiración después de visitar tu blog.