viernes, 5 de agosto de 2011

Nouvelle cuisine

Pasé más tiempo que nunca en la cocina preparando chili-haricot picante con matarratas, arsénico y pipermint. El truco está en el picante. Preparé una bandeja (la presentación es esencial) con una ramita de perejil encima y adorno floral rodeando el chili estilo internacional. Saqué un botella de vino tinto y lo dejé que se achispara él solo. Yo no bebo vino. Pero este, sí.  Se carga la botella y después dice: "¡Uy! ¿qué ha pasado aquí?". 
Por fin, traje el chile y se lo ofrecí. Yo no como chile. El picante me repite. Lo hice para ti. Serví unas cervezas, unas patatas fritas, aceitunas rellenas. Sonreí. La sonrisa de todo es poco para ti. La sonrisa de tómate estas viandas, amor, y ya verás después.
En su entierro estuve impecable, destrozada sin exagerar. Divina en mi vestido negro y mi lágrima de cocodrilo. Tan joven, bueno, sí. Tan guapo, hombre... sí. Con toda la vida por delante, sí, claro que sí. No somos nadie, y usted que lo diga (siendo de veras nadie).
Más contenta y plena, más descansada, cumplido el deseo que me asfixiaba. Nada más podía pedir, así que nada más pedí (no hay que abusar).
Acabado el sepelio procedí a emborracharme porque sí, hala. 
-A partir de mañana, --me dije, iré a misa y seré buena: no quiero ir al infierno y coincidir con él allí.

3 comentarios:

Nel Morán dijo...

Más que nada porque sería duro verle la geta.

Blogsaludos

Puck dijo...

me ha encantado ese final. Hay que tener cuidado que en la otra vida no hay chiles que valgan jeje
Saludillos

Riforfo Rex dijo...

Perdóname, señor, porque he sido bueno, y no era mi intención. Retírame el saludo, no me dejes pasar. Perdóname, porque he sido bueno.
(Oración del hombre pidiendo asilo en el infierno)