martes, 31 de enero de 2012

Fuente: georgia. Alineado: justificado

Hoy han sido varios los castigos, y yo como una niña he acabado llorando. No hay decepción más grande que saberse desamparado de uno mismo. Sin la fuerza necesaria para seguir sin dudar, sin sufrir, sin pestañear. Mañana plantaré cara, plantaré un árbol, ¿empollaré un huevo? y simularé una fuerza que no tengo. Ahora estoy aquí derrumbada entre los restos de las crueldades. Convertida en lo que más detesto: una víctima. Otra vez, una vez más. La falta de sentido de este mundo lleno de escollos. El minucioso protocolo de absurdos y la falsa democracia, la falsa libertad, la falsa falsedad de aquellos que miran para otro lado sin más ni más. 
Iba bien, fui con mi niño a comer en el jardín detrás de los despachos bajo un sol de bendición: un breve picnic, abrazaditos en un banco, mirando el Jardín botánico. Subíamos las escaleras planeando imposibles viajes, desaparecidos de horarios y colegios, desaparecidos de telediarios y calendarios. Mientras, yo sabía que no podría ni siquiera sacarlo del cole sin que pegasen a mi puerta un par de vigilantes del sistema que me amenazaran con quitármelo. Pero, a pesar de todo, de la mierda burocrática de renovar carnés, pagar impuestos, rellenar currículos, asistir a mil entierros, bautizos y comuniones; a pesar de esto, digo, iba bien. La barriga llena, el cuerpo caliente, la risa del niño feliz. 
Pero la escala de paranoia y el aroma del mundo en que nos toca vivir se abrió paso al fin y todo recobró su lugar y se hizo claro.

Si te distingues, estás estigmatizado; si te vas, serás perseguido; y no hay modo de escapar o perderse; como no te alistes en un ejército invisible de mercenarios, y vendas tu alma, no te moverás y aun así sabes que ficharás, rendirás cuentas y el ojo vigilante contabilizará cada bala, cada suspiro, cada mirada perdida. 
Te quedas y sonríes mientras miras escaparates y gastas lo que ganas en tristes sucedáneos de vida. Te quedas y los demás asienten con la cabeza complacidos por tu digna conformidad, ejemplo ejemplar, buena madre, buen vecino, ciudadano ejemplar, buen perro, siéntate. Te quedas y te hipotecas y te haces un lifting, o visitas a la tía de la prima de tu abuela para contarlo en la iglesia. Te quedas y copias el modo en que hablan los otros padres, los otros profes, los otros otros. Te quedas y llevas un corte de pelo, unas gafas, un abriguito de Zara, un libro bajo el brazo. Te quedas y hablas en susurros. Te metes en una nevera. Te jactas de pasar desapercibido mientras el mundo muta y quien se señala corre riesgos y además cae en el ridículo de creer en el sentido de este mundo de payasos alterados, fantasmas que van de puntillas, y malos de opereta que gritan entre aspavientos para nivelar la escena. Todos y cada uno de los resortes, tornillos y tuercas, cada uno de los muelles del mundo que nos empuerca, cada tú y cada yo que estamos aquí perdiendo el paso, atufando, un pelele sudado, una vieja marioneta que se oxidó en un cajón, un grotesco número de la seguridad social...

Voy a seguir llorando.

4 comentarios:

I. dijo...

auch!

Anónimo dijo...

la fuente que elijo usar es georgia, y me cuesta trabajo tener que andar bicheando en los blogs para cambiar la que viene por defecto.

No sé qué le pasa a esta sociedad. Y no, no me incluyo. Supongo que por eso no consigo terminar de saberlo nunca. ...O no quiero entenderlo, porque entonces, la justificaría.

Te había perdido la pista, me ha dado mucha alegría volver a saber de ti.
Un beso enorme

Pilar dijo...

Gracias, Sofía. Un beso también para ti.

EV, sí, auch.

Funes dijo...

Ser testigo, porque no hay forma de actuar sin entrar en contradicción, contrapensamiento, contraprincipios, y hasta ser meramente testigo es indigna cobardía. hoy me desperté pensando que caía y que no tenía miedo, solo curiosidad. me sentí bien y me dije, ¡ah, qué actitud más valiosa para la vida! (bueno, no así, con ese histrionismo que sugieren los signos de admiración, sino de una forma más popular. Hola pilarcilla.