domingo, 22 de junio de 2025

A portagayola

 ¿Es esta la segunda taza de café? Mientras decide si lo es o no, si da igual y toma otra, si es posible que sea verdad la temperatura que marca el dispositivo prolongación de su mano, al tiempo que la campana de la iglesia recuerda la hora, cae en la cuenta de los días, que es probablemente domingo y que no ha recogido la ropa del tendedero y se pregunta por qué exactamente la han desterrado a este lado del muro.

Comete lo que considera imperdonable error diario de abrir periódicos, consultar las selectas noticias de Google, las consideradas de su interés en Instagram. Por qué, Señor, -ahora que oye las campanas, recuerda que se puede hablar con Él al menos-, dice, por qué aparece Donald Trump siempre y en todas partes, rompiendo la santidad del domingo.

Con la taza vacía en una mano y en la otra un dolor sordo como sordo está el mundo, como sordo el salón vacío, el sillón caluroso, la cortina gruesa, el teléfono y todos los que están al otro lado, va al balcón y se asoma. Abajo como diminutas muñecas, una multitud se extiende por la arena, salpica el mansísimo y paciente mar, pasea la orilla cual ejército sin (apenas) uniforme. ¿Pensarán siquiera en lo mismo que ella? Hoy, recuerda, llegaban los abuelos de D, sus tíos políticos, los vecinos del 18 y los del 24 y los del 101. Las estanterías de los supermercados arrasadas dan fe del masivo advenimiento. 

Tras el descuidado seto, justo al lado de una flor pacífica rosa clara, un núcleo de sombrillas rojizas delata la zona de los Sánchez, tres generaciones bajo quince sombrillas hablando al menos seis tipos de español diverso. Lo que no entienden de los otros, lo sustituyen con gestos, esperanto natural endémico.

Vuelve a lo suyo, llamada en realidad por la vibración insolente del pequeño dictador que se ha dejado sobre la mesa. Lo mira con ridícula urgencia: la vida en alguna parte se asoma con visos de cariño ocasional, alguien la piensa. Un atisbo de sonrisa y alivio minúsculo. El clavo ardiendo se desintegra. Misterios de la Física, quiere pensar.

¿Se ha tomado las pastillas? Diría que no, aunque no podría jurarlo. Hay que tener cuidado. Según qué dosis de alguno de esos medicamentos podría ser letal. Entonces, ¿se las tomó? Puede que cuando bajó a las 8 y media. ¿O eso fue ayer? ¿O antes de ayer? ¿O mañana? Echa de menos, brevemente, cuando el tiempo era lineal,... cuando lo fue. Porque lo fue, ¿verdad? ¿O solo era una sensación feliz de ella que pensaba en lo que venía porque entonces había más delante o entonces todo le importaba menos? Melancólicamente, lanza una moneda al aire, con cierta nostalgia, con cierta rebeldía también, y algo de superstición, además. Y, así, lanza la moneda y sale, rodeada de estrellitas, lo que parece una cara con su versal apellido y una pluma como pista de concurso televisivo. Decidido. La suerte ha hablado y es cara, aunque nada es lo que era, ni las monedas ni las palabras del hidalgo cuyo rostro no apto para hipermétropes ella, personal y subjetivamente, nota cansado. Cara, pues.

Hace otro café y se toma las pastillas a portagayola.


lunes, 5 de mayo de 2025

Ser madre es otra cosa

 Ser madre es otra cosa. Eso seguro. Además de que las madres también son hijas. Aunque algunas puede que ni lo recuerden. Hay muchos modos de ser madre, muchos de ser hija, muchos de ser familia. Madres dentistas, madres que van a la oficina, madres que trabajan cuidando de todos, de todo. Se celebra a veces, supongo, el dolor del parto, el sacrificio incondicional, la preocupación sincera. Olvidadas de obligaciones, sin jactarse de los oficios, ser madre es otra cosa, algo contrario a la guerra, a la bronca, a la mezquindad del mundo. La cúpula que protege del mal. Haber dado vida quizás no es suficiente,  porque hay vidas y vidas. Estos momentos del año marcados con rojo en el calendario entiendo que vienen como pergaminos donde rubricar tu agradecimiento. Pero hay más que poner un fondo musical y hacer ostentación pública de sentimientos obvios con voces de otros en la nueva plaza del pueblo. Habría que reivindicar el amor quedándose con el intento de ser un buen ser humano. De que tu aportación al mundo que te rodea sea lo más pacífica y generosa posible. De no alterar lo natural que es tener familia, enseñar a respetar, cuidar el verbo, eje vinculante. Dar alegría y abrazos y poner las menos normas posibles. Nacer, dar vida, amar sin más, dar paz, pasar lo mejor posible los días malos y disfrutar los buenos. Sentirse querida y respetada. Desde el nacimiento hasta la muerte. La madre desea que no te haga daño el mal que circunda, seas quien seas, que nadie te hiera, que acabes cada día ilesa, ileso. Es difícil cuidar, ayudar, alimentar el alma. Ser madre, ser mujer, ser tú con tu vida, llena, sin miedo. Proteger, seguramente. Ver en las otras madres aliadas sinceras. Porque no hay exclusividad. Ser madre es más que una frase. Es activismo. Del silencioso, del que no pide nada a cambio, del que no destruye, ni desilusiona. No necesita ser perfecto ni, menos, parecerlo. Si algo merece ser celebrado, si algo necesita aclaración y reconocimiento es el amor limpio y verdadero. Así que sí.  Un día o los que haga falta.

domingo, 2 de marzo de 2025

Espero que estés bien

Hace poco supe que la lluvia de las películas es leche. Imagino litros y litros de leche sobre un Gene Kelly intolerante a la lactosa. Una caricia por los cabellos pringosos de la amada en una romántica despedida: el héroe (o lo que sea) de pie en un andén. Ella, repentinamente seca, lo observa desde la ventanilla que, en ese entonces, se podía bajar si tenías fuerzas para ello. Las lágrimas de él se mezclan con las gotas de una tormenta que arrecia como metáfora de alguna mierda de esas de diferencias de clase: no tengo un duro y tú mereces algo mejor o nuestros países se han declarado la guerra o ya le di el sí a mi primo antes de estas vacaciones. Él llora bajo la lluvia y se relame como un gato. Alguien grita: ¡corten!

Papá de mi alma. Llegué a esta el 27 del corriente. Estoy bien, aunque el viaje fue accidentado. Los caballos no tenían fuerzas y tuvimos que hacer una porción del camino a pie en plena Sierra. Cerca de Puerto Lápice, volcamos. Cuando, por fin, los postillones y escoltas lograron recolocar el coche en el camino de forma que las ruedas volviesen a estar abajo y nosotros dentro del carro, nos sorprendió una tormenta breve pero espesa que los mozos aprovecharon para merendar sentados en unas resbalosas rocas que, por lo visto, señalaban las millas que nos separaban del "kilómetro cero del mundo", según contó uno de los pasajeros que volvía precisamente del futuro. Lanzamos unas onzas de chocolate a modo de agujetas para que los muchachos repusieran fuerzas y hubo un ligerísimo alborozo que, obviamente, mi tía y yo afeamos con un gesto para evitar confianzas poco apropiadas.

Solo espero que esté usted sin novedad, padre mío, porque ya se sabe que cualquier novedad es de temer, y más con los tiempos que corren, cómo están los caminos, la plaga de cólera y la guerra, claro, también la guerra con... ¿los franceses?

Da mis finas expresiones a primos, hermanos, tu cuarta mujer y mis sobrinitos, y manda a tu obediente hija, 

Galatea [rúbrica].

Amada e ignorante hija de mi corazón, Galatea. Siento que tuvieras un viaje tan poco afortunado. Es cierto que ese año llovía así: súbitamente, tormentas de pocos minutos y blancas como la nieve y cálidas como el Terral. Fue aquel un año extraño. Por aquí seguimos, a Dios gracias, sin novedad. Te escribe, a mi dictado, Rosa, con la que me casé tras la tristísima muerte de Carmencita a la que pude, a Dios gracias también, dar tus expresiones a tiempo. Pensándolo bien sí que ha habido alguna novedad. Te manda expresiones tu hermana Pilarica, la única que nos queda por colocar (mejorando lo presente). Sigue, claro, en casa. Si puedes y conoces algún joven de estatus y dignidad en aquella, da razón a Rosa. No dilates este encargo, hija mía Galatea, que ya sabes bien, tú mejor que nadie, que el tiempo corre en contra de las jóvenes y sus pacientes familias.

Siento mucho que falleciera tu tía. Las Clarisas de aquí rezan cada día por su alma y todos en la casa tuvimos una gran pena. Dios la tenga en su gloria y a ti te dé fuerzas para gestionar el patrimonio que tuvo a bien legarte. 

Se nos llena la vida de muertos.

Tu padre.